Iglesia Católica Ortodoxa, vigente en Tuxtla
San Pascualito tiene su templo formal en el centro de Tuxtla Gutiérrez. Cortesía

San Pascualito tiene su templo formal en el centro de Tuxtla Gutiérrez. Fue fundado por familias de origen indígena zoque, y tiene siglo y medio de antigüedad. Ahí ofician misas sacerdotes de la Iglesia Católica Ortodoxa Mexicana.

En el altar principal se puede apreciar un cajón o ataúd sobre cuatro ruedas, en el interior reposa la imagen de madera del patrón de la muerte en Chiapas. Los curas dicen que es San Pascual Bailón, los costumbreros lo llaman San Pascualito Rey.

En la puerta venden manojitos de albahaca para la limpia del espíritu. Adentro, cerca del altar del santo, tan solo por una propina los rameadores purgan el alma de cualquier mala vibra, susto, enredo, trabajo, ojo y mal echado.

Las limpias se realizan ante el féretro de San Pascualito o ante cualquier otra imagen de las que ahí se encuentran. Están casi todas las del santoral católico mexicano, pero también hay iconos de origen indígena y sincréticos o mezclados que no reconocen ninguna otra iglesia, tales como El Niño Llorón, la Cruz Zoque y fray Agustín García de Cruz, primer obispo del culto tradicional pascualitero.

En esta iglesia los curanderos, rezadores, limpiadores y chamanes pueden trabajar para pedir prosperidad y bienestar, o la salud de sus enfermos. Vienen de todas partes y de todas la etnias a quemar velas y estoraque, con música de tambor y pito, con ofrendas variadas y joyanaques, a barrer los padecimientos de nuestro yo invisible, con rociadas de trago, huevo de gallina, hojas de matarratón y flor de mayo.

Lo único que no se permite es la invocación de la maldad.

Los sacerdotes y sacristanes están pendientes de que nadie queme velas negras cubiertas de sal, atravesadas de agujas y entierros de muñecos y fotos de mal amores.

San Pascualito Rey es un santo del pueblo, de los humildes. Sus orígenes son indígenas, aunque entre sus seguidores hay personas de todas las profesiones y clases sociales.

Sin embargo, los párrocos de la Iglesia Católica Romana no lo aceptan.

San Pascualito ha sufrido mucha persecución. Fue ocultado en las cuevas de Cerro Hueco para salvarlo de la hoguera. Y su fiesta patronal es a mediados de mayo.

El 17 de mayo bajan el cofre ataúd con ruedas y lo sacan a pasear arriba de una carreta tirada por la gente, que recorre el centro de la capital de Chiapas.

Antes de eso abren tantito el cajón para que los feligreses y ‘chismosos’ vean por unos segundos la calaverita de madera de San Pascual. Es el único momento en el año que se permite eso.

En los días de la fiesta arriban seguidores de todo el estado y de otros rincones de México y Estados Unidos.

Hay danzas indígenas, procesiones de tsotsiles de los Altos. Las Madres Zoques preparan tinajas de wacaxicaldú -res en caldo- que convidan a todos los visitantes, además de pozol, tamales, café con piquete escondido y se divierten con marimba.