Indígenas se resisten a creer en el Covid-19

El indígena tzotzil Santos Hernández Hernández, ejemplo de vida, pues nació sin brazos ni piernas y trabaja como radiotécnico, no le tiene miedo al coronavirus, ya que en su opinión “es una mentira del gobierno”.

“He escuchado, pero no creo. Yo me protejo comiendo frijol, papas y otras verduras; como yerba mora con chile y limón. Eso es santo remedio. Tomo atol y pozol y estoy con Dios. Comemos mucho ajo, cebolla, que son medicina. No le tengo miedo al coronavirus”, agregó.

Entrevistado el pasado lunes en su casa ubicada en la comunidad de Cuchulumtic, municipio de Chamula, Santos, de 44 años de edad, aseguró que la pandemia no ha afectado su trabajo, pues la gente le sigue llevando grabadoras, minicomponentes, estéreos, teléfonos móviles y otros aparatos para que los arregle.

“Aquí todo está normal, nadie habla de coronavirus y nadie tiene miedo. Nadie se ha enfermado ni muerto y nadie se tapa la nariz ni la boca. La gente habla mucho y cree en chismes. Yo no lo creí desde que empezó”, añadió sin dejar de sonreír.

Dijo que en la cabecera y las comunidades de Chamula la vida transcurre con normalidad y no se han suspendido reuniones ni celebraciones religiosas. “Yo voy al templo (evangélico) todos los domingos. A veces van como 200 personas”.

Sin que sus padres supieran los motivos, Santos (Santux, en tzotzil) nació hace 44 años sin brazos ni piernas, pero desde hace más de 20 años trabaja como radiotécnico, oficio que aprendió solo.

El pasado lunes no trabajó porque fue “a pasear” a la cabecera de Chamula, situada a unos tres kilómetros, ya que estaba de fiesta, pues el miércoles 24 se celebró a San Juan, el santo patrono. “Me fui a las 9 de la mañana y regresé a las 2 de la tarde. Había mucha gente. Estaba lleno”.

Por ello no abrió su taller, sino que a su regreso se puso a ver videos y escuchar música en una computadora que tiene en su casa y que opera fácilmente a pesar de no tener manos.

“Yo no estoy triste ni preocupado por el coronavirus porque no tengo miedo”, insistió, mientras reía. “Estaba triste porque (hace más de un año) murió mi mamá, Petrona Heredia Hernández. Mi papá se llama Manuel Hernández Lampoy. Tengo cuatro hermanos. Vivo con una sobrina y con mi papá que ya está viejito y ya no camina”, comentó mediante la ayuda de un traductor (Mariano López Pérez), ya que habla poco español.

Manifestó que tiene confianza en que no se contagiará de Covid-19 porque “como bien y tengo fe en Dios. Dios me conoce, no tengo pies ni manos y tengo que comer, tengo que seguir viviendo. Le pido que no me deje solo. Eso le digo”.

No tiene mujer porque “todo está carísimo” y viste la ropa tradicional cuando hay fiesta en su pueblo, como ahora que se celebra a San Juan o el Día de Todos los Santos, por ejemplo.

“Así nací”, respondió sin resentimientos cuando se le preguntó qué le pasó. En esta ocasión no fue posible verlo cómo toma el desarmador y apoyado en su quijada retira los tornillos de los aparatos, que tenía cerrado el taller “con tres candados. Es que fui a Chamula a pasear”. Lo llevó su hermano Domingo, quien le conduce su vehículo.

Conocido también por el seudónimo de Conan, que usa en la frecuencia de radio de banda civil, señaló que varias personas de su comunidad tienen gripe y tos, “pero es normal. Coronavirus no tienen”.

Agregó: “Yo estoy trabajando normal, poco a poco. Arreglo teléfonos celulares, modulares, minicomponentes, DVD, radios. Me está llegando bastante trabajo. A veces gano 150 pesos, a veces 200 o hasta 500”.

Afirmó que desde hace unos tres meses no ha ido a San Cristóbal de Las Casas a pedir dinero en las calles, no por el coronavirus, sino porque estaba terminando de construir su casa.