"Fredy Martín Pérez * CP. En su país convulsionado por 36 anos de guerra, la indígena guatemalteca Ana Tomás Andrés nunca supo el significado del sufragio.
Fue en México, donde vive desde hace 23 anos, ahora en calidad de ""asimilada"", que ejerció ese derecho cívico cuando el IFE le entregó su credencial de elector y eligió a su alcalde y diputado al Congreso local.
De 52 anos de edad, Tomás Andrés, de origen kanjobal, supo lo que era ""tachar"" una boleta electoral en octubre pasado, cuando se identificó con su credencial de elector, en una casilla de Barrio El Alto, en el municipio de La Trinitaria.
Tres meses después de haber sufragado, la indígena confía que votó para ""respaldar"", aunque no sabe explicar por qué lo hizo, a los candidatos del PRI, a la alcaldía de La Trinitaria y a la Diputación local por el VI Distrito.
En los 29 anos que vivió en Guatemala, Ana asegura que nunca votó. Nunca logró decidir quién sería su alcalde, diputado o Presidente de la República. ""Saber por qué nunca voté en Guatemala"", dice la kanjobal originaria de la aldea Ojo de Agua, del municipio de Nentón, del noroccidental departamento de Huehuetenango, de donde huyó al recrudecerse el conflicto armado.
La guerra de más de tres décadas en el país centroamericano, cobró la vida de unas 250 mil guatemaltecos, ocurrieron más 600 sangrientas masacres y 45 mil indígenas se refugiaron en campamentos ubicados en las regiones Costa, Selva, Fronteriza y Sierra de Chiapas.
La mayoría de los chapines (como se les conoce a los guatemaltecos) volvió a su país, pero a partir de 1998, más de seis mil optaron por acogerse al ""Programa de integración"", con el que sustituyeron sus antiguas FM-R (refugiado) por la FM-2 (inmigrante asimilado).
Con los nuevos documentos en su poder, a los guatemaltecos se les permite circular por todo el territorio nacional, un trabajo lícito remunerado y adquirir bienes fuera de la zona de restricción para extranjeros.
A 23 anos de su ingreso a México, Ana recuerda el momento en que ella, sus padres y hermanos abandonaron su hogar, cuando escucharon que los pintos (soldados) se encontraban cerca de Ojo de Agua, quemando aldeas y asesinado a los que encontraban a su paso. No esperaron más y huyeron, con sus escasas pertenencias hacia México, donde llegaron después de una jornada de cuatro horas de camino.
Hambrientos, cansados y azorados, los kanjobales de Ojo de Agua, fueron acogidos en La Hamaca, un campamento provisional que instaló el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y el gobierno mexicano, a escasos metros de la frontera.
""Matan pues los pintos"", explica Ana que salvó de morir, cuando los kaibiles (soldados entrenados en contrainsurgencia) llegaron a La Hamaca y asesinaron al menos dos indígenas. ""Estábamos almorzando cuando llegaron... Era como las doce del día. Nos corrimos. Teníamos mucho miedo de estar en La Hamaca"", recuerda la mujer.
A partir de ese incidente, el ACNUR y el gobierno establecieron campamentos lejos de la frontera y aparecieron: La Gloria, Tres Lagunas, El Colorado y otros, donde albergaron miles de refugiados guatemaltecos.
Posteriormente, Ana y sus nueve hijos, ocho nacidos en México, optó por vivir en el campamento Tres Lagunas, en el municipio de Frontera Comalapa, pero hace dos anos decidió dejar el lugar, para comprar una casa y un pedazo de tierra en Barrio El Alto, por 37 mil pesos.
A igual que Ana, otras cuatro familias de ex refugiados se han asentado en esta comunidad, donde el trato con sus vecinos mexicanos, ""es de respeto y armonía"", como asegura Magdalena Tomás Andrés de 30 anos de edad, hermana de Ana.
""Aquí miramos que está muy bonito. Quisimos vivir aquí junto con mi hermana. No hay mucho calor como allá (ella vivía en La Gloria). Aquí está más fresco"", dice la mujer, madre de siete mujeres y hombres, con edades de cuatro meses a 12 anos.
La fuente de ingresos está fuera de Chiapas. Cada tres o seis meses los hombres migran hacia Cancún, Quintana Roo, para laborar como albaniles o peones. El esposo de Magdalena, Francisco Pedro Francisco, de 35 anos, trabaja en el centro turístico desde hace dos meses.
""Mi esposo trabaja como ayudante de albanil. Tiene dos meses que se fue. Nos trae dinero, pero yo nunca pregunto cuánto gana"", confía Magdalena.
Magdalena Francisco Arias, es otra de las ex refugiadas que viven en este lugar. Madre de cuatro hijos, de 19 a 11 anos de edad, asegura que ella y sus hijos, ya estamos hallados aquí. Aquí está más fresco. No es como la tierra caliente.
El esposo de Magdalena, Manuel Tomás Montejo, de 39 anos de edad, ha emigrado también al Caribe mexicano. Dice que su hijo mayor, Tomás Tomás Francisco, de 19 anos, está casado y vive en ""Tierra caliente"", en el municipio de Frontera Comalapa.
A 23 anos de su llegada a México, esta indígena dice no recordar ""casi nada"", cuando salió de su país, porque justifica: ""Estaba yo muy chiquita"". Tampoco tiene recuerdos de su pueblo, Ojo de Agua.
-zQuisiera regresar a Guatemala?
-No, ya estamos hallados aquí.
Angelina Tomás Andrés, es hija de padres guatemaltecos y nació en México hace 13 anos. Ella está convencida de que le gustaría seguir viviendo aquí y no en Guatemala, donde tiene escasos parientes, que ya no conoce.
""Aquí hay tranquilidad. Como aquí en México nací, me gustaría seguir aquí"", explica la jovencita que estudió hasta el sexto ano de primaria en la escuela de Barrio El Alto, del municipio de La Trinitaria, donde vive con sus hermanos y sus padres Magdalena Tomás Andrés y Francisco Pedro Francisco.
Por ahora, no está preocupada en buscar un empleo, pero cree prudente hacerlo más adelante para que pueda comprarse lo que necesita.
-zRegresarás a Guatemala?
-No. Aquí nací y aquí hay más tranquilidad.
Con la promesa de que tendrían una vivienda, 150 familias que viven en La Gloria, uno de los ex campamentos de ex refugiados guatemaltecos, entregaron puntualmente al mexicano Rubén Vázquez, entre 200 y 400 pesos, pero fue sólo un fraude. Las estafaron.
Magdalena Tomás Andrés, es una de las guatemaltecas que creyó en la palabra de Vázquez, con residencia en la cabecera municipal de La Trinitaria.
""Nosotros nos pasaron a decir que si queríamos una casa, tendríamos que dar 400 pesos por sitio y di el dinero a los representantes de la comunidad, pero no llegó la casa"", dice esta mujer que por su cuenta tuvo que buscar un terreno para vivir con su esposo e hijos.
""Cuando nos prometieron las casas, hacían juntas con toda la gente y nos decían que nos iban a dar una casa. Les dimos el dinero hace ya más de seis anos y las casas nunca las dieron. ?Saber qué hicieron con el dinero!"", senala.
Un funcionario del Ayuntamiento, Juan Pablo Cancino Villar, confirma el incidente, pero no sabe el número exacto de personas que fueron defraudadas.
Un dirigente campesino, Virgilio Silva, del Frente Democrático Campesino y Popular, confía que son 150 familias las que fueron defraudadas por Vázquez, que al parecer huyó cuando se le acusó ante las autoridades judiciales.
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Inmigrantes asimilados
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