“Cuando uno se entera del significado simbólico e histórico que tienen cada una de sus prendas, el trabajo requerido y el tiempo necesario para producirlos y se le comunica el turista o quienes van a comprarlo, hay una valoración, inclusive identifican que lo que están cobrando es realmente un precio justo”, resaltó el investigador de la Universidad Autónoma de Chiapas (Unach), José Rodolfo Mundo Gómez.
El estudioso argumentó que hay una evolución interesante derivado de los trabajos e intervenciones de la universidad y la sociedad civil, quienes brindan capacitaciones en temas de atención al cliente y de negociación, principalmente a familias zinacantecas que reciben a turistas nacionales e internaciones.
Con esto, dijo, se busca dejar atrás una práctica “muy triste en México, en la cual las artesanías estaban devaluadas, y sobre todo, había una tradición de negociación que consistía en bajar al máximo el precio”.
Acotó que a nivel estatal se trabaja en políticas públicas y comerciales con la intención de instaurar el comercio justo, sin embargo, sostuvo que hacen falta trabajos de certificación que deriven en seguridad al consumidor.
“Incluso se podrían certificar estas famosas casas que ofrecen alimento a los turistas porque son familias que están, literalmente, abriendo sus casas; entras y ves cómo a través del comal hacen sus tortillas y te regalan tu taquito de queso con pepita, es decir, te reciben como uno de su familia”, y consideró que eso es algo invaluable a nivel patrimonio cultural y sobre todo a nivel turístico.
Por último, sostuvo que las artesanías han sido un “bastión importante para la vinculación de la producción económica de Zinacantán a través del contacto con la afluencia turística que se recibe por medio de los viajes organizados”.
Según datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, hay 86 mil artesanos chiapanecos, quienes en su mayoría enfrentan situaciones difíciles por los pocos accesos a los servicios básicos y de seguridad social.