Irma Carpio: guardiana de la vida

Su vocación la encontró desde que atendía partos junto a su abuela. Carlos López / CP
Su vocación la encontró desde que atendía partos junto a su abuela. Carlos López / CP

A los 16 años atendió su primer parto en un pequeño cuarto de su casa; ahora este espacio es testigo de los secretos de la vida. Veinte años después doña Irma Carpio Díaz mantiene viva una tradición milenaria que se extingue: la partería tradicional.

A sus manos han llegado generaciones de berriozabalences, confiando en la sabiduría que ha ejercido durante tantos años. No solamente ha acumulado experiencia y técnica sino también un trato amoroso que define su oficio.

Su inició en este arte fue por el destino familiar, la abuelita de su esposo fue quien la introdujo en el mundo de los partos. “Yo entraba a ayudarle a ella, a ver cómo iban a salir los bebecitos, cómo los iba a recibir y todo eso”, recuerda con claridad.

Ese aprendizaje práctico y cercano se convirtió en su vocación que ejerció formalmente tras el fallecimiento de su mentora, momento en el que se “dio de alta” como partera.

Sin embargo, el ejercicio de doña Irma no se queda únicamente en el conocimiento ancestral, también se ha preparado con cursos impartidos por instituciones de salud con temas que abarcan desde métodos anticonceptivos, prevención de muertes maternas y hasta embarazos de alto riego.

Ética

La ética de doña Irma es inquebrantable, su criterio para atender un parto es claro y contundente. “Si es parto bien, los atiendo. Y si veo que no, pues ya los mando al hospital”, sentencia.

Esta medida la aprendió por experiencia propia tras un parto que se complicó. “Para no mancharnos a nosotros, pues”, explica con la sencillez de quién entiende la profundidad de su responsabilidad.

En la actualidad son muy pocas las mujeres que se dedican a esta labor. Doña Irma lo corrobora al mencionar que, en los últimos cursos, solo acudieron aproximadamente cuatro parteras de su zona, lo que convierte su trabajo en un bastión de un conocimiento comunitario que se diluye.

Espacio sagrado

Aún recibe partos en “su cuartito”, un espacio que describe como humilde pero que es sagrado. “Allí, con las familias presentes: el esposo, la suegra o la mamá de la embarazada, traemos nuevas vidas al mundo”, comparte.

Doña Irma Carpio Díaz no solo ayuda a nacer bebés sino custodia la vida misma, siendo uno de los últimos eslabones de un oficio tan antiguo como la partería, pero con la conciencia de que el mayor triunfo es un nacimiento seguro.