La visión crítica sobre los daños y riesgos asociados al maíz genéticamente modificado y la exposición al glifosato, fue expuesta en el foro “Daños y riesgos para la salud por consumo de maíz transgénico”, que tuvo por fin presentar argumentos jurídicos que sostienen las acciones del Gobierno de México como un ejercicio de la soberanía alimentaria.
El Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (Conahcyt) reunió a importantes investigadores de Organismos Genéticamente Modificados (OGM) para hablar, desde una visión crítica, sobre las implicaciones del maíz transgénico y el glifosato.
Monsanto creó el maíz genéticamente modificado para tener la resistencia al glifosato y en la actualidad es uno de los herbicidas más tóxicos y prohibidos, señalado como probablemente cancerígeno en seres humanos, además de que daña órganos del cuerpo, el sistema nervioso y provoca alteraciones hormonales.
A los animales los deja sin la capacidad de reproducirse, mata a las abejas, contamina el agua superficial y del subsuelo, daña su microbiología; además induce al daño genético, entre otras graves afectaciones a la vida.
El investigador Jaime Rendón Von Osten dijo que en México existen algunos estudios sobre el glifosato; como en Chiapas, donde se hicieron estudios de glifosato en el río Coatán, localizado en una cuenca transfronteriza entre el departamento de San Marcos, Guatemala, y Tapachula, Chiapas.
“Vemos como en este y otros canales el glifosato, dependiendo de la temporada —si es época de seca o de lluvia—, puede estar presente, pero generalmente está presente cuando empieza a emerger la hierba”, comentó.
Es decir, el glifosato se usa en épocas en que no debería estarse utilizando, “y esto hace que siempre, o en un periodo muy largo, estemos expuestos a este producto”, indicó el químico farmacobiólogo de profesión.