Este 24 de octubre se llevó a cabo en la capital, la inauguración escultórica: “Rostros del Abismo”, un trabajo realizado por el escultor y estudiante chiapaneco de 21 años, Daniel Alejandro Molina. Con 16 piezas inspiradas en personajes históricamente satanizados, el joven denuncia la falta de espacios para el arte emergente en Chiapas, a pesar del talento y la creatividad que existe entre las juventudes.
Esculturas que cuestionan lo “maligno” y lo humano
La exposición reúne 16 piezas que reinterpretan figuras consideradas como antagonistas o símbolos del mal a lo largo de la historia, como el diablo, Baphomet o Belcebú.
Para Molina, estas esculturas no buscan glorificar lo oscuro, sino confrontar al espectador con la dualidad humana.
“Quiero mostrar que siempre existe una dualidad entre el bien y el mal. Muchas veces evitamos mirar aquello que nos refleja. Estas figuras representan lo que la sociedad ha decidido rechazar, pero también lo que nos construye”, expresó.
Cada pieza tomó entre dos semanas y un mes en ser elaborada, utilizando plastilina de escultor, moldes de yeso y vaciados en resina con fibra de vidrio, materiales que requirieron inversión propia superior a cinco mil pesos en total.
Además, las obras están disponibles para la venta, con precios que van de los 2 mil a los 7 mil pesos.
“Hay talento, pero no hay espacios suficientes”
Más allá de la técnica, subrayó un problema estructural: la falta de plataformas para que jóvenes artistas expongan su trabajo.
“En Chiapas sí hay artistas, y muy buenos. Pero los espacios son muy escasos. Es difícil encontrar lugares que confíen en un joven de 20 años que trae una propuesta distinta”, comentó.
Relató que la escultura, a diferencia de otras disciplinas como la pintura o el dibujo, tiene aún menos visibilidad y, para él, abrir esta exposición es también un acto de resistencia y motivación.
Finalmente afirmó que el talento no falta, lo que escasea son políticas públicas, foros culturales accesibles y apoyos económicos.












