La crónica en el siglo XXI, situación actual y perspectivas

Desde tiempos muy remotos surgió la figura del cronista como la persona encargada de llevar el registro de los principales acontecimientos de la comunidad; en un principio se hizo en verso y posteriormente en prosa. Esta tradición de registrar los hechos sociales llegó a los mexicanos a través de los descubridores, conquistadores y colonizadores españoles que vinieron a América en 1492, en particular de los conquistadores Hernán Cortés y Bernal Díaz del Castillo, este último primer gran cronista de México, autor de la obra “Historia verdadera de la conquista de la Nueva España”.

Tiempo después de los movimientos de independencia de las tres américas (1810–1821), fue naciendo poco a poco lo que hoy conocemos como crónica hispanoamericana, la escrita en Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, Puerto Rico, República Dominicana, Uruguay y Venezuela. En particular, en los últimos sesenta años hubo un pequeño “bum de la crónica narrativa” en Argentina, Chile, Colombia, México y Perú. En el caso particular de México, fue a partir de 1977 cuando se activó la escritura de la crónica mediante la creación de la Asociación Nacional de Cronistas de Ciudades Mexicanas, A. C.

El cronista

En los últimos 50 años, el trabajo del cronista literario ha sido valorado y revalorado en su justa dimensión histórica y literaria tanto por los lectores como por los editores latinoamericanos. Actualmente, en todos estos países existen publicaciones en formatos de libros y revistas dedicadas a la crónica; amén de diccionarios de la crónica y antologías. Cabe hacer mención que en España también se cultiva la crónica tanto periodística como la literaria. Entre los cronistas latinoamericanos y españoles destacan: Alberto Salcedo Ramos, Alejandro Almazán, Alma Guillermoprieto, Arcadi Espada Enériz, Boris Muñoz, Carolina Navarrete Higuera, Cristian Alarcón, Daniel Gigena, Elena Poniatowska, Emiliano Pérez Cruz, Fabrizio Mejía Madrid, Fernando Benítez, Gabriel García Márquez, Javier Sinay, Jorge Carrión, José Emilio Pacheco, Josefina Licitra, Juan Villoro, Leila Guerriero, María Angulo, María Moreno, Martín Caparrós, Pedro Lemebel, Ricardo Garibay, Roberto Arlt, Rodolfo Walsh, Salvador Novo, Svletana Alexievich y Tomás Eloy Martínez. Entre los cronistas de ciudades mexicanas, figuran Renán Irigoyen Rosado, Daniel Vargas Rivera, Alejandro Contla Carmona, Israel Cavazos Garza, Fernán Pavía Farrera, Matías Rodríguez Chihuahua, Alfredo Borboa Reyes, Martha Ortega Cantabrana, Jorge De León Rivera, Manuel González Ramírez, Juan Alanís Tamez, María de Jesús Real García Figueroa, Antonio Ávila-galán, Carlos Bárcenas Nava, Rosaura Alicia Dávila, José Abelardo Ahumada, Blanca Estela Sánchez, José F. Camargo Sosa, entre otros.

La crónica

Históricamente, la crónica es el primer género narrativo que conoció la humanidad. De la evolución de la crónica surgieron: primero la historiografía y después el cuento.

El cuento largo o novela corta y enseguida la novela, y posteriormente el periódico con sus notas informativas del día. Mediante la utilización de la técnica de la crónica se escribieron los primeros libros religiosos, entre ellos la Biblia; los primeros cuentos y novelas históricas, que tenían más de historiografía que de literatura de ficción. La primera gran crónica de que se tiene conocimiento en México es el libro del capitán Bernal Díaz del Castillo (España 1492–1584 Guatemala), titulado “Historia verdadera de la conquista de la Nueva España” (1632). Así como las obras de Francisco Xavier Clavijero (Veracruz 1731–1787 Italia), “Historia Antigua de México” (1781) y “Breve descripción de la Provincia de México en el año 1767”.

Situación actual

Con base en los resultados obtenidos en el estudio y análisis de los diversos materiales teóricos y metodológicos ?que se han escrito sobre la crónica hispanoamericana?, y en mi experiencia personal como cronista oficial, pretendo demostrar ?en esta ponencia? las debilidades y fortalezas de la crónica en las primeras décadas del siglo XXI, su situación actual y perspectivas. He aquí algunas fortalezas y debilidades tanto de la crónica tradicional como de la crónica narrativa:

Fortalezas

* En términos generales, la crónica de principios del siglo XXI sigue siendo el género narrativo más multifacético de la literatura, de la historiografía y del periodismo; pues constantemente se le confunde con la memoria, los anales, la autobiografía y el ensayo histórico; con el cuadro de costumbres, el relato o la anécdota; con el artículo de costumbres, la entrevista o el reportaje. A pesar de ello, sigue subsistiendo como un género narrativo independiente, en el que cada día se fortalece más con la adopción de las técnicas de la literatura de ficción (narración, descripción, diálogos, monólogos, etc.).

* Para el cronista y crítico literario Jorge Carrión Gálvez (España, 1976) la fortaleza de la crónica narrativa en lengua española se debe a su solidez estructural y a su larga tradición de medio siglo. Destaca, además, que durante 50 años tres autores hispanoamericanos hicieron de la crónica narrativa una larga tradición, ellos son: Gabriel García Márquez (Colombia), Carlos Monsiváis (México) y Tomás Eloy Martínez (Argentina). En el 2015 el también maestro en creación literaria afirmó que el vigor de la crónica es el mismo en España que en Latinoamérica por su calidad y por el número de personas que la cultivan.

* El mismo cronista Jorge Carrión, autor de la obra “Mejor que ficción”. Crónicas ejemplares (Anagrama, 2012) ?antología de la crónica de la América Latina actual? comparó a los cronistas hispanoamericanos Juan Villoro, Leila Guerriero y Martín Caparrós con los cronistas españoles Marcos Ordoñez, Jordi Costa, Manuel Jabois, Alfonso Armada y Arcadi Espada, lo que es un reconocimiento público de la calidad de la crónica como género literario de gran aliento.

* Existen cronistas como Carlos Monsiváis, autor de “A ustedes les consta. Antología de la crónica en México”; Darío Jaramillo Agudelo, autor de “Antología de crónica latinoamericana actual”; Nerio Tello de “Crónica narrativa. Qué es y cómo se escribe”, que han contribuido en el conocimiento de la crónica narrativa como obra literaria contemporánea.

* Para la revista El Mercurio, la crónica literaria es la nueva literatura híbrida de Latinoamérica que recurre a las formas literarias para contar realidades y que el paso más importante y el más concreto de la crónica en la cultura anglosajona fue la instalación de esta idea: “La del cronista como escritor y la de la crónica como literatura”.

* La bielorrusa Svletana Alexievich (1948) obtuvo en el 2015 el Premio Novel de Literatura en Crónica por su obra: “Voces de Chernóbil”, primer reconocimiento mundial de un cronista. La crónica narrativa ha adquirido tal importancia que el periodista Daniel Gigena (Argentina, 1965) predijo que el año 2016 podría ser el año de consolidación de la crónica por la cantidad de publicaciones de colecciones de editoriales grandes y pequeñas y al creciente lugar en revistas de toda América Latina.

* Para el cronista argentino Javier Sinay (1980), “La crónica aporta todo lo que pueda aportar una persona con ideas y ganas de contarle algo al mundo: contexto, sensibilidad, calidad, prosa, emoción, humanidad, presencia”. Como se ve, la crónica sigue siendo el género narrativo preferido para recrear historias de la realidad de la vida cotidiana, así como temáticas de gran trascendencia nacional.

* El cultivo de la crónica es tan normal como natural entre los hispanoamericanos que a la periodista chilena Carolina Navarrete Higueras, coordinadora de la Sección de Literatura de la revista cultural Ventana Latina, no le extraña que en América haya nacido uno de los géneros literarios más híbridos: la crónica literaria. Al respecto dijo (2015): “La crónica literaria la podríamos definir como aquellos relatos cuya temática central es la vida cotidiana de las ciudades y sus habitantes”. Para Carolina Navarrete ?sentenció? los grandes cronistas que ha tenido el continente americano son, en su primera época, José Martí y Manuel Gutiérrez Nájera; y entre los actuales figuran Carlos Monsiváis, Elena Poniatowska y Pedro Lemebel (ídem, p. 2). También está de acuerdo en que “La crónica es el laboratorio de ensayo de estilo modernista”, como afirmó el cronista Nicaragüense Rubén Darío (1867–1916).

* Como estímulo y reconocimiento a la labor de los cronistas mexicanos, la ANACCIM otorga anualmente las preseas “Renán Irigoyen Rosado” en reconocimiento al quehacer y la trayectoria de los cronistas y la “Daniel Vargas Rivera” al arduo trabajo bibliográfico; en tanto que la Academia Regional de Historia de Texcoco entrega las preseas “Tepuztlahcuilolli” en reconocimiento a la trayectoria de los cronistas y “Netzahualcóyotl” por obras publicadas. En Chiapas se otorga anualmente el “Pergamino Bernal Díaz del Castillo” en reconocimiento a la trayectoria de sus cronistas.

* Con la finalidad de intercambiar experiencias y difundir los trabajos de los cronistas, la Anaccim organiza anualmente el Congreso Nacional de Cronistas de Ciudades Mexicanas y, recientemente, el Encuentro Internacional de la Crónica. Asimismo, se publican las memorias de cada uno de los congresos en el que se compila las crónicas leídas.

* En la mayoría de las entidades federativas mexicanas, las leyes orgánicas municipales mencionan la figura del cronista oficial o municipal como parte de su estructura orgánica; lo que garantiza, de alguna manera, el registro y difusión de la historia local; así como parte de sus tradiciones y costumbres, en particular la historia de la vida cotidiana.

* Para fortalecer el trabajo de los cronistas, los congresos nacionales dedican dos mesas de trabajo especiales: la de la crónica infantil y la de la crónica juvenil; y actualmente la mesa de la crónica universitaria.

Debilidades

* La crónica tradicional, por naturaleza, en pleno siglo XXI sigue siendo un género narrativo marginal tanto temática como literariamente. En términos generales, sigue siendo de estructura rígida; es decir, su prosa no le da cabida a las herramientas de la literatura de ficción en la sucesión de las acciones del discurso narrativo, tales como las descripciones, diálogos, monólogos, citas textuales, retrospecciones, etc.

* La crónica ?en general? aún no ha tenido la oportunidad de figurar en publicaciones de gran tiraje como lo han tenido el cuento y la novela, por falta de una justa valoración de parte de críticos y de historiadores literarios, y en particular de los editores.

* La crónica, como género narrativo marginal (tanto de la historia como de la literatura y el periodismo), no ha sido tomada en cuenta por los historiadores ni por los críticos literarios. En realidad, son pocos los antólogos de crónicas que han hecho un verdadero trabajo de investigación, rescate y difusión de la obra cronística de cientos de escritores. Al respecto, el cronista chileno Juan Pablo Meneses (1969), dijo: “(Los críticos) no vieron venir a la crónica, y hoy sus críticas son a favor o en contra, pero pocas veces entran en la obra, su contenido, su estructura”.

* Por otra parte, el periodista y escritor español Arcadi Espada Enériz (1957), se opone al empleo de los recursos de la literatura de ficción para contar lo real (en particular del uso del diálogo), porque considera que se puede alterar o faltar a la veracidad de la historia.

Efectivamente, al escribir crónicas narrativas se puede correr el riesgo de producir exclusivamente literatura (confundir la realidad con la historia de ficción) y no hacer crónicas al sustituir la información por un “rollo” literario. Al respecto, el cronista y editor de la revista digital “Anfibia”, el argentino Federico Bianchini (1982), afirmó en el 2016: “Muchas veces leo crónicas de gran encanto estilístico que carecen de información”.