Feligreses de Suchiapa dentro del marco de las festividades del Corpus Christi entregaron la cofradía al Santísimo Sacramento del Altar, al son de tambor y carrizo y con la representación de la danza del Calalá, el baile prehispánico de la fe, continúan con esta tradición de siglos en el pueblo surimbo que culminará el próximo domingo.
En punto del medio día, poco a poco, el martes pasado el río de gente que bañaba la carretera, provenientes de la colonia Emiliano Zapata de Chiapa de Corzo, se acercaban a la cabecera municipal de Suchiapa. Sin importar la inclemencia del calor, cientos de personas acompañaban a los personajes que siguen con su fe bailando el Calalá en una travesía de horas.
Los personajes que resaltan en este tradicional baile son la comparsa de tigres, el Gigantillo (Rey David) El Venado (Calalá) La Serpiente Emplumada (Quetzacóatl) y sobre todo quienes son mayor en número son los Chamulas, todos intercalan sus pasos sobre el asfalto y quedan a merced de la mirada de los espectadores.
La danza
Esta representación en donde el venado (dios de la noche) danza con música autóctona ejecutada con tambor y pito de carrizo, con máscara de madera y como látigo el miembro viril del toro disecado, azota a los tigres, es una lucha entre dioses, en donde también actúa la Serpiente Emplumada (Quetzacóatl) El Gigantillo (Rey David), una danza que está llena de símbolos, misticismo e identidad, misma que plasma la idiosincracia de este pueblo.
El baile se hace como antesala de la canícula, se trata de un ritual para pedir la llegada de las lluvias y de o btener una buena cosecha, de acuerdo a las creencias prehispánicas. Actualmente, don Mariano, el creador de gigantes, señaló que esta tradición se ha ido transformando y ya no bailan con el corazón, sin embargo, los cientos de devotos de la fe católica continúan desarrollando las festividades del Cuerpo de Cristo con gran fervor y alegría.
Chicos y grandes, niños y niñas de escasos cinco años hasta adultos mayores de más de 60 años, portan orgullosos sus vestimentas según sea el personaje, a pesar de las altas temperaturas y el largo recorrido que hacen para llegar a la cofradía.
Cabe destacar que llegar a la cofradía en el segundo día de fiesta, jícaras grandes de pozol de cacao están preparadas para recibir a los feligreses y a sus acompañantes mientras el altar aguarda adornado con una alfombra de flores, rosas y de velas encendidas para continuar con esta costumbre como producto del sincretismo religioso.