La danza suave de sus manos tejen historia

Más de 80 años han transcurrido desde que su pueblo, Berriozábal, la viera crecer. Doña Aura Morales fue aprendiz de su abuela y de su madre, quienes la educaron para que en cada puntada conociera que la vida se va hilando con esfuerzo y dedicación.

La sabia menestral de hamacas continúa tejiendo memoria y existencia; además guarda técnicas y cultura milenaria sobre este oficio, manteniendo vivo el espíritu de su tierra natal.

Aurora vive en el barrio Candelaria, donde une y pone en práctica el legado de sus ancestros por más 70 años, y aunque en algún momento se cuestionó sobre cómo tejer su propia vida, comenta que sigue adelante y a paso lento pero seguro.

Ciertamente los años la acechan en su andar, sin embargo, la artesana no ha perdido su agilidad; esa danza frágil de sus dedos se hizo más lenta, pero no pierde la precisión y la técnica.

En el proceso del tejido Aurora se fusiona con el bastidor de madera, que a su vez forma un marco y hace que en la foto se vea más bonita. Su preciada hamaca comienza a tomar forma.

En Berriozábal y otros municipios la cruda tierra y el campo enseñan también a vivir, y los antepasados ya habían dejado un legado con la elaboración de hamacas de ixtle y otras artesanías.

Finalmente, hay que destacar que pese a las marcas del tiempo, la octogenaria no olvida su herencia de mujer, y comenta que quedan muy pocos artesanos longevos, “lamentablemente porque ya pasaron a mejor vida”, pero siguen intentando “aunque el agotamiento sea más fuerte”.