Aproximadamente 2 mil 500 hectáreas de manglares, selva baja, tulares y pantanos de agua dulce han desaparecido ante el crecimiento de la actividad humana en la Reserva de la Biósfera La Encrucijada (Rebien).
Esto se reflejó en los cambios del paisaje y el uso de suelo, debido a las extensiones de potreros, plantaciones de plátano, caña de azúcar y palma africana, de acuerdo con el investigador del Departamento de Ciencias de la Sustentabilidad del Colegio del Frontera Sur (Ecosur), Cristian Tovilla Hernández, y la maestrante en Ciencias en Recursos Naturales y Desarrollo Rural, Rita Lorena Salas Roblero.
En el Área Natural Protegida (ANP) existen 277 localidades rurales, con 14 mil 912 habitantes, ejerciendo presión sobre los recursos naturales, especialmente, mediante la pesca, aunque también por la agricultura, ganadería, prestación de servicios turísticos y otras actividades primarias.
De acuerdo a los investigadores, el gobierno chiapaneco realizó obras para trazar y construir líneas rectas en los ríos. “En consecuencia, todas las lagunas se encuentran gravemente azolvadas; como muestra, el sistema lagunar de Cerritos y Teculapa presenta más del 65 % de azolvamiento”, indicaron.
Esto ha reducido drásticamente la pesquería, afectando la economía de las comunidades locales; sin embargo, los investigadores ven en esta actividad un problema mayúsculo debido a la caída de la vida marítima.
“Para preservar a La Encrucijada, hace falta desplazar a la pesquería tradicional como forma inmediata de vida; después de todo, lleva 30 años en caída libre”, declararon.
A raíz de la caída de esta actividad se formaron varios grupos de prestadores de servicios turísticos que ofrecen el transporte a la playa, promoviendo un turismo ecológico y de oportunidad.
Esto ha logrado solventar y modificar las dinámicas, sin embargo, explicaron que es importante impulsar una promoción adecuada para atraer al turismo, sobre todo en los periodos de abril-junio y septiembre-noviembre, cuando el turismo disminuye de manera drástica, representando un riesgo económico para miles de familias.
“Como se avizoran los problemas, por lo menos habría que atender dos asuntos. Primero, ya no realizar la canalización de los ríos, y segundo, proveer de alternativas económicas a los pescadores”, subrayaron.
Propusieron que lo ideal es diseñar un programa para restaurar, proteger y conservar las microcuencas que drenan dentro de La Encrucijada, a través de un programa que tendría que estar diseñado por la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) y la Comisión Nacional de Acuacultura y Pesca (Conapesca).
“La Encrucijada se encuentra en peligro, y para salvarla se deben tomar decisiones a corto, mediano y largo plazo a nivel federal, estatal y municipal”, concluyeron.
Es de destacar que esta ANP cuenta con la diversidad más completa de manglares en México, además de vegetación acuática y selva mediana; siendo además el hogar de 61 especies de anfibios y reptiles, 58 especies de peces, 73 mamíferos y 300 aves.