La innumerable vegetación que aún rodea parte de la geografía local, además de su flora y fauna, hace de Chiapas uno de los estados más importantes en todo México en cuanto a biodiversidad se refiere; en sus diferentes regiones alberga múltiples espacios que gozan de buena “salud” y aún funcionan como el hábitat de cientos de especies. Las reservas de La Encrucijada y La Sepultura son dos “pulmones” que aún quedan vivos en la entidad y que cumplen una función esencial en el equilibrio ecológico.
Juan Carlos Castro Hernández, director de La Encrucijada y que depende de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp), relató que desde hace 26 años -este 6 de junio se celebró un año más del decreto de protección- se está cuidando esta parte costera que es muy susceptible a sufrir cambios por las actividades humanas.
Afortunadamente, en el tiempo en que ha trabajo la población ha entendido la importancia de cuidar la fauna local, no obstante, aún se reporta el saqueo de especies como las tortugas y los loros, debido a la demanda que hay de la población por estos ejemplares.
Los humedales, tulares y manglares que se encuentran adentro de la reserva tienen un nivel de conservación bueno, contrario a lo que sucede con todo el área que no forma parte del decreto.
De las cosas rescatables que se tienen desde el momento en que la zona es protegida, dijo el director, es que ahora se está haciendo un esfuerzo en conjunto con otras instituciones para conservar a las tortugas que llegan a las playas.
Las mismas comunidades se integran en brigadas para cuidar, hacer recorridos y rescatar los huevos que tienen estos ejemplares, debido a que también se presentan saqueos y se comercializa este producto entre la ciudadanía local y foráneos.
Compuesta de 144 mil 800 hectáreas, la reserva de La Encrucijada está compuesta de humedales costeros, lagunas y vegetación que se alimentan tanto del agua dulce que baja de la sierra, como de la salada que llega de las bocabarras.
En conjunto, los manglares, tulares, zapotones y copales se encargan de purificar el agua que llega de la cuenca media, baja y alta, siendo ese proceso esencial para la vida de miles de animales.
Además, parte de esa vegetación sirve de refugio para una cantidad importante de animales que se necesitan para la pesca; de hecho, la producción de alimentos de escama y camarón es el servicio ecosistémico más importante que tiene la reserva.
Este sitio, bajo el resguardo de la Conanp, juega un papel crucial en la protección de la población ante los ciclones tropicales o de que los fenómenos hídricos impacten con mayor fuerza.
Aunque locamente no se valora tanto, La Encrucijada también cumple un papel esencial en la captura de carbono, es decir, la emisión de gases de efecto invernadero, lo que es necesario para aminorar los riesgos sobre el cambio climático.
Los servicios ecosistémicos que brinda la reserva no sólo se disfrutan por las personas que viven en su interior, sino también se distribuyen de forma global (en el caso de la captura de carbono); sobre la pesca, el producto se ofrece para todos aquellos que consumen estos productos.
En lo que respecta a La Sepultura, el director general, Omar Gabriel Gordillo Solís, detalló que este lugar abarca una extensión de 193 mil hectáreas que rodean a Villaflores, Villa Corzo, Cintalapa, Jiquipilas, Tonalá y Arriaga.
A este sitio, explicó, se le puede considerar como uno de los bastiones de conservación que tiene Chiapas. Por muchos años el lugar ha tenido como amenaza central el tema de los incendios forestales, originados por los seres humanos y por el mal uso que se tiene con la tierra.
Desde hace varios años, dijo, trabajan en este tema y a través de la educación ambiental también se han usado modelos productivos que minimizan el uso del fuego, lo que permite fortalecer los cultivos y dañar menos al medio ambiente.
Otro reto importante que se tiene en la zona es la tala y la cacería. La primera problemática ha disminuido gracias a los proyectos que se están aplicando con el manejo de los bosques de pino-encino. La estrategia consiste en que se aprovecha (de forma responsable) la resina que abona esa vegetación y con eso ya no se derriba el árbol completo.
El producto que se extrae tiene un valor importante en el mercado; desde que se implementó la acción, han notado que los productores están cambiando una mala práctica por una actividad que también les genera ingresos pero de forma legal.
En cuanto a los avances se refiere, La Sepultura cuenta con un grupo de monitores que se encargan de analizar si hay registros de fauna en peligro de extinción como el jaguar, el tapir, el mono araña, así como reptiles.
Fue ahí donde detectaron, después de varios meses de trabajo, una nueve especie: el dragón de sierra morena. La estrategia inició con 10 personas y ahora son 32 las que cuidan todo el sitio y ello también abona a la conservación.
En el lugar también se realizan proyectos sustentables como el café orgánico, la producción de palma, la ganadería con prácticas amigables para el medio ambiente y del maíz criollo; han dado a la población la sensibilización necesaria para cuidar todos los ecosistemas saludables.
Finalmente, es importante que la población de Chiapas conozca parte de las áreas naturales que tiene y que pueden disfrutarse de forma responsable. Es importante que no compren ejemplares o fauna silvestre, pues lo único que se genera es la alteración de los ecosistemas.