La importancia de la crónica en el periodismo cultural

Desde hace años, y sin ninguna pretensión teórica, literaria o conceptual de lo que es el periodismo cultural, los chiapanecos lo han venido practicando. Entendiendo por periodismo cultural a la práctica de difundir todas aquellas manifestaciones culturales tales como el cine, teatro, literatura, música, pintura, escultura, danza, tradiciones y costumbres, etcétera, que difunden a través de suplementos o páginas culturales en los diversos medios masivos de comunicación.

Se comprende desde luego, que el campo del periodismo cultural es sumamente extenso, complejo y pluricultural, que abarca muchas disciplinas y asuntos. Por tal motivo, sólo se tratará de contestar a las siguientes interrogantes:

¿Por qué es importante la crónica en el periodismo cultural?

Porque el cronista municipal es un romántico viajero curioso que va retratando con su pluma y cuaderno, por medio de su mirada escrutadora e ingenio, los paisajes más bellos de los pueblos, barrios y colonias. El cronista es un aprendiz de escritor que va curioseando y asomándose en las ventanas de las ferias y fiestas pueblerinas para valorarlas y seleccionarlas, interpretarlas y recrearlas en su crónica, y para fusionar en su texto el presente con el pasado, en tiempo y espacio. El cronista es un soñador que rescata de las temibles garras del olvido parte de las tradiciones y costumbres de los pueblos igualmente románticos y soñadores como él, y hace de su noble actividad cotidiana “periodismo de la cultura popular”.

Por eso se dice que la cosmovisión del pueblo está presente en las crónicas de tradiciones y costumbres chiapanecas, pues está presente en las festividades del santo patrono del pueblo (de San Marcos en Tuxtla; San Caralampio en Comitán; San Sebastián en Chiapa de Corzo; San Francisco de Asís en Tonalá, etc.), en las celebraciones de cumpleaños, conmemoraciones de la fundación del pueblo o en los natalicios o fallecimientos de los personajes celebres o históricos; en las fiestas populares del Parachico y de Doña María de Angulo en Chiapa de Corzo, en el Carnaval Tuxtleco, etc. Acaso, ¿el rescate, la recreación y difusión de la vida cotidiana de los pueblos no es hacer periodismo cultural? O bien, ¿periodismo de la cultura popular o periodismo de la cultura artesanal? No se sabe con certeza.

Hoy en día, como producto de la globalización mundial, la crónica cultural que se escribe en Tuxtla Gutiérrez no sólo considera como temática central la vida cotidiana de los pueblos originarios, sino también la vida cotidiana de la población migrante que es portadora de otros usos, costumbres y tradiciones, y de otra cosmovisión del mundo. Y, como caso especial, la nueva vida cosmopolita de la sociedad tuxtleca, chiapaneca, mexicana, según el caso. Todo esto se puede sintetizar en la crónica cultural, la única que considera a la crónica histórica, a la crónica literaria y a la crónica periodística, en un solo texto; la única que atrapa y encapsula en un relato la vida cotidiana del ciudadano del mundo.

Por tal motivo, el papel del cronista municipal ha cambiado también. Ahora ya no sólo le preocupa escribir una crónica de corte tradicional, histórico, que rescate las tradiciones, usos y costumbres de las poblaciones para fortalecer la identidad de los pueblos originarios; sino que intenta rescatar las nuevas formas de vida de los pueblos modernos, globalizados, cosmopolitas; de los barrios cosmopolitas, de los hogares cosmopolitas. Es decir, ¿de la vida cotidiana de los ciudadanos del mundo? Tampoco se sabe.

Pero de lo que sí se sabe, es que atrás se quedó la crónica del consumo del pozol de las once de la mañana como bebida refrescante y energética que consumían los tuxtlecos con un riquísimo nuégano, putzinú o turulete; del delicioso tascalate frío con leche Clavel (carnation); del raspado de cincuenta centavos de crema con plátano de las refresquerías del Parque Central; del preparado de sesenta centavos de pitaya, de guanábana o de piña que hacían las refresqueras del Parque de Santo Domingo (o Parque Juárez). Atrás se quedaron los diálogos cotidianos de los tamboreros, piteros y jaraneros de Copoya: “¡Ah, burro, qué bien toca la marimba tío Chano Cundapí!”, “¡Ay, Dios, mirálo cómo viene de bolo el cholenco de Joseito!”; “¡Ja, ja, ja, dealtiro no lo sabe meniar, pero galán que se bebió su pozol el licenciado!”. Atrás se quedaron las notas sociales de los periódicos que se referían a los bautizos, quinceaños o bodas de las familias Chandoquí, Chatú, Cundapí, Cunjamá, Jonapá, Megchún, Nopinjamá, Santomé o Picú del Tuxtla de los años veinte y treinta. Atrás se quedaron las crónicas oficiales de la izada de la bandera nacional en el Monumento a la Bandera en el que se fortalecía la identidad y se reafirmaba el sentido de pertenencia a México; del carnaval zoque del Tuxtla antiguo; del baile de la pluma de guacamaya; de la fiesta de la última teja de la familia Picú; de la ensarta de la flor de mayo; del entierro del gallo en las casas nuevas; de la salida de nucú en el mes de junio; de las excursiones al zoológico del Parque Madero; de los paseos matinales en el Jardín Botánico de Tuxtla; las reseñas boxísticas de la Arena México; las crónicas taurinas de la Plaza de Toros San Roque, entre otros.

¿Por qué la crónica es considerada como parte del patrimonio cultural intangible?

Por su origen, recepción, difusión, objetivo y meta, la crónica es un bien cultural intangible. En Chiapas se produce, difunde y consume bienes culturales intangibles a través de diversos géneros periodísticos, incluyendo la crónica historiográfica, la crónica literaria y obviamente la crónica periodística. Estas crónicas han tenido la aceptación de jóvenes estudiantes preparatorianos y universitarios, catedráticos, intelectuales, amas de casa y público en general. Se publican en suplementos culturales con características tradicionales y modernas: crónicas populares y artículos de crítica literaria; ensayos, literatura y poesía, de temática heterogénea. Páginas en donde conviven las plumas de la intelectualidad chiapaneca y avecindada, académicos universitarios, periodistas y escritores populares. La página cultural es el cuadrilátero, la arena periodística del intelectual. ¿De la cultura ilustrada, letrada, artística o popular? ¡Quién sabe!

Si se toma en cuenta que la riqueza y variedad cultural de Chiapas está en casi todas las disciplinas y vestigios arqueológicos, se puede hacer periodismo cultural casi de todo, particularmente crónica cultural, visitando las zonas arqueológicas de Bonampak, Chinkultic, Izapa, Palenque, Tenam Puente, Toniná y Yaxchilán. Así como los diversos museos: Casa Museo “Ángel Albino Corzo”, Casa Museo “Belisario Domínguez”, Museo Arqueológico de Comitán, Museo Arqueológico del Soconusco, Museo de Arte Moderno “Hermila Domínguez de Castellanos”, Museo de la Ciudad de Tuxtla Gutiérrez, Museo de la Marimba, Museo de Sitio de Palenque, Museo de Sitio de Toniná, Museo Na Bolom, Museo Regional de Chiapas, Museo Zoque de Tuxtla, entre otros. En sus templos: La Catedral de San Cristóbal y el templo de Santo Domingo de Guzmán en San Cristóbal de Las Casas, la Catedral Metropolitana de Tuxtla Gutiérrez, entre otros.

¿Por qué se dice que Chiapas es tierra fértil para el periodismo cultural?

Por su gran diversidad cultural, pluriétnica y popular, Chiapas no sólo es música, danza, baile, escultura y pintura; también existen otras manifestaciones culturales y subculturales.

El origen del periodismo cultural de Chiapas lo encontramos en los periódicos: Campana Chiapaneca (1827), El Para–Rayo de la Capital de Chiapa (1827), El Criterio (1882), El Ensayo (1888), La Violeta (1898), Revista Chiapas (1902 y 1925), El Vate (1904), y en las grabaciones de “Radio Prensa”, primer noticiario radiofónico de Chiapas (1946).

Chiapas es la cuna de grandes literatos como fray Matías de Córdoba, Rosario Castellanos, Edgar Robledo Santiago y Eraclio Zepeda. De grandes novelistas como Flavio A. Paniagua, Emilio Rabasa, Alfonso Díaz Bullar, Heberto Morales Constantino, Óscar Palacios, Jesús Morales Bermúdez, Alfredo Palacios Espinosa, Héctor Cortés Mandujano, entre otros. De grandes poetas como Rodulfo Figueroa, José Emilio Grajales, Galileo Cruz Robles, Armando Duvalier, Jaime Sabines, Óscar Oliva, Juan Bañuelos, Daniel Robles Sasso, Enoch Cancino Casahonda, Óscar Wong, Raúl Garduño, Joaquín Vásquez Aguilar, Elva Macías y Efraín Bartolomé. De grandes cronistas como Ángel M. Corzo, Evaristo Bonifaz, Eraclio Zepeda Lara, Tomás Martínez, Jesús Agripino Gutiérrez, Fernando Castañón Gamboa, Juan María Morales Avendaño, Prudencio Moscoso Pastrana, Eliseo Mellanes Castellanos, Fernán Pavía Farrera, entre otros.

Cada uno de ellos ha hecho periodismo cultural en los diferentes medios a su alcance y a su manera. Páginas culturales que hoy en día son verdaderos foros que han influido en la formación de corrientes críticas de la política cultural de Chiapas. Basta revisar la prensa de 1827 a nuestros días, incluyendo revistas y memorias literarias, para darnos cuenta que en su conjunto hicieron importantes aportaciones al campo de las letras y de la historia del periodismo chiapaneco, y en la historia de la cultura en Chiapas.

¿Quiénes cultivan el periodismo cultural en Chiapas?

En la actualidad, no existe ningún directorio o lista completa de los periodistas culturales. Sin embargo, entre las últimas generaciones, destacan: Alberto Sánchez Merchant, Alejandro Molinari Torres, Alejandro Sánchez Flores, Carlos Marroquín, César Pineda del Valle (+), Cristal Moreno Gómez, Damaris Disner, David Morales, Eduardo Cruz, Enrique Hidalgo Mellanes, Fabián Rivera, Federico Álvarez del Toro, Javier Molina, Guillermo Zayas, Gumasat, Héctor Cortés Mandujano, Hernán Becerra Pino, Marco Antonio Orozco Zuarth, Marco Aurelio Carballo, María Eugenia Díaz de la Cruz, Mario Nandayapa, Milton Hernández Moguel, Ricardo Cuéllar Valencia, Ricardo del Muro, Rodrigo Núñez de León, Saúl Gohé, Sergio de la Cruz Vázquez, Valeria Martínez, Yulma Gordillo, entre otros muchos. Todos ellos, en sus medios, hacen periodismo cultural.

Pero, ¿qué es el periodismo cultural?

El periodismo cultural no es más que el medio de comunicación que tiene como objetivo principal el de informar a sus lectores sobre los últimos acontecimientos o novedades sobre arte, literatura, música, fotografía, espectáculos, eventos cívicos o educativos, difundidos a través de la prensa, radio o televisión.

Es por ello, que a través del periodismo cultural, los cronistas hacen literatura: literatura historiográfica, cronística y periodística. Los relatos de las crónicas muchas veces son tristes, nostálgicos, de historias que difícilmente se repetirán, y que por medio de una fina prosa literaria o poética se van tejiendo hasta darle forma de crónica literaria a la vida cotidiana.