La quema no debe seguir: especialista

“Nuestros ancestros nos dejaron la milpa, pero la quema ya no puede continuar. Ahora debemos pensar en la salud del suelo, en el medio ambiente y en la vida misma. Quemar contamina, erosiona y empobrece la tierra. Y, aún más grave, pone en riesgo a los ecosistemas y a las personas”, expresó José Moisés Rodríguez Castellanos, colaborador del Centro Internacional para el Mejoramiento del Maíz y el Trigo (Cimmyt) en Ocosingo.

En el marco del Día Internacional del Combatiente de Incendios Forestales, el Cimmyt insistió en ver a la milpa más allá de un sistema productivo, sino como una herencia ancestral que ha alimentado a las familias campesinas durante generaciones. Sin embargo, prácticas como la rosa, tumba y quema -aunque comprensibles en otros contextos- hoy resultan insostenibles.

Nuevo enfoque

Desde hace más de seis años, Rodríguez Castellanos y su equipo trabajan con productores locales para fortalecer el sistema milpa desde un nuevo enfoque: la milpa biodiversificada, cuyo fin es combinar el cultivo tradicional de maíz, frijol y calabaza con árboles frutales de interés familiar, como aguacate, limón, plátano y naranja. Todo bajo una regla esencial: no quemar.

En la plataforma de investigación de Ocosingo se dejan entre cinco y seis toneladas de rastrojo por hectárea sobre la superficie del suelo. Esta práctica no solo evita emisiones de carbono, sino que también aporta alrededor de 72 kg de nitrógeno por hectárea al año.

“Es como aplicar uno y medio bultos de urea sin necesidad de comprarlos. El rastrojo se mineraliza, nutre el suelo, mejora su estructura y permite obtener rendimientos de hasta seis toneladas de maíz criollo por hectárea, sin fertilizantes sintéticos.” comentó Rodríguez.

Beneficios

Dicho modelo ya ha sido adoptado por varias familias productoras que ven en la biodiversificación una forma de mejorar su calidad de vida. Casos como el de Abelardo Jiménez Guzmán, quien ya comercializa aguacate, o los de José Antonio Vázquez Méndez y Antonio Juárez López, que venden limón y naranja, muestran que es posible producir, conservar y generar ingresos al mismo tiempo.

“Cuando el productor ve que el plátano da racimos a los 16 meses, o que los cítricos tienen mercado, cambia su percepción. Ya no quiere quemar, porque entiende que el suelo es su aliado, no un estorbo”, comenta el especialista.

Por tanto, el Cimmyt identificó al manejo del rastrojo como la clave, una práctica respaldada por la Norma Oficial Mexicana NOM-015-SEMARNAT/SAGARPA-2007, que regula el uso del fuego en terrenos agrícolas y promueve alternativas sustentables.