La sexualidad, parte de la naturaleza humana
Ilustración de ¡Oh, chiapaneca mi amor!, de Astrid Breiter. CP

En pleno siglo XXI aún sigue siendo vergonzoso hablar sobre sexualidad, y expresarlo mediante ilustraciones en algunas ocasiones puede ser contraproducente. Como en el caso de las series de la artista plástica Astrid Breiter, que entre las personas más conservadoras causó revuelo.

En la serie ¡Oh, chiapaneca mi amor! se puede observar a una chiapaneca y a un parachico semidesnudos. Los personajes representativos de la fiesta grande de Chiapa de Corzo se encuentran en diversas posiciones que aluden a la pasión amorosa y a la sensualidad.

Según la artista plástica, “la gente se molesta cuando usas en las ilustraciones objetos o personificaciones tradicionales mezclados con la sexualidad, algo que forma parte del ser humano. Es como si utilizara a una virgen. La gente se molestaría porque tienen una imagen de algo puro y santo”.

La sexualidad es definida como anatomía y fisiología. La anatomía la describe como el cuerpo, mientras que la fisiología es la función del organismo. Por ejemplo, la química que sentimos cuando nos enamoramos o cuando nos hemos asustado, según el psicólogo Jorge López.

Asegura que la sexualidad nace en cuanto salimos del vientre materno sin necesidad de llegar a la reproducción. Somos seres sexualmente activos desde el momento en el que estamos vivos, pues todo los movimientos humanos se generan mediante una excitación, basado en la teoría sicosexual de Sigmund Freud, que parte del desarrollo de ésta que se convierte en la médula ósea de las relaciones del individuo.

Por su parte, Breiter recalca la importancia de narrar sus vivencias y las de otras mujeres, desde su primera serie Cartas a Josefina en 2010. Son las historias que ella contaba a Josefina, una chica, sobre los problemas que estaba viviendo después de haber egresado.

“Josefina” son todas aquellas amistades que escuchan a la otra persona o incluso ese ser superior. De ésta siguen, Sigan a las sirenas que hace referencia a las relaciones entre parejas, sexualidad, pasión y lujuria. Dejó la serie, porque al público no le gustaba, y constantemente era objeto de denuncias en las las redes sociales.

Aún así continúa con las ilustraciones de ¡Oh, chiapaneca mi amor!, Siete pecados capitales, el poemario Té de rosas y Sinfonía caótica.

Breiter dijo: “en ese tiempo había gente que no estaba acostumbrada a ver ese tipo de ilustraciones y en las redes sociales (Facebook) denunciaban mi trabajo, aunque ha sido un arma de doble filo, porque mucha gente se han acercado a mí por la curiosidad, a los cuales les termina agradando lo que hago”.  

¡Oh, chiapaneca mi amor! inicia por un comentario de cierta persona a la cual le atraían las personas con vestimenta tradicional y por aquellos días estaba en auge la moda pin-up. La decisión fue mezclar ambos temas para la serie, retomando el amor y la sexualidad. En estás ilustraciones plasma las raíces chiapanecas, caracterizadas por la chiapaneca y el parachico.

El poemario Té de rosas en colaboración con Natalia Molina, habla sobre amor, con tintes sensuales, en donde Breiter ilustra y Molina escribe, con 10 poemas; y su última serie Sinfonía caótica sobre las relaciones amorosas que caen en la traición, odio, basadas en géneros musicales.

Dentro de las ilustraciones de Breiter existe el erotismo, pues dice que son anécdotas de las mujeres, del sentir de cada una de ellas, donde existe amor, desamor, tristeza, odio y pasión. Y es erótico porque es el alma desnuda de la mujer, lo que hay dentro y mediante el arte comparte su sentir.