La tifoidea podría perforar tus intestinos

Durante la temporada de calor, la prevalencia de la salmonela y la fiebre tifoidea aumenta de forma importante. El principal factor de riesgo se deriva de las altas temperaturas que aceleran la descomposición de los alimentos mal conservados, produciéndose la bacteria que transmite dicha enfermedad.

James Gómez Montes, especialista en salud pública, explicó que la salmonela es una bacteria que se puede tratar con antibióticos. Existen dos tipos: la salmonela paratifoidea y la salmonela typhy; siendo esta última la que causa fiebre tifoidea.

Enfatizó que, la diferencia es que la tifoidea es una enfermedad más grave, incluso es capaz de perforar el intestino cuando no se trata de forma adecuada y oportuna, lo que va a requerir de cirugía para revertirlo; sin embargo, las dos pueden causar problemas serios de salud si no se atienden de forma oportuna.

Se pueden adquirir estas bacterias a través del agua y los alimentos contaminados. Se asocia principalmente a la ingesta de pollo en descomposición, pues este tipo de carne se coloniza principalmente de salmonela cuando no es refrigerada o conservada adecuadamente.

Aunque cualquier otra carne se puede colonizar con esta bacteria. También se puede encontrar en el agua, incluso se puede transmitir de persona a persona a través de los hábitos higiénicos, es decir, si el paciente enfermo toca alimentos o utensilios sin lavarse antes las manos.

La principal sintomatología es la fiebre, dolor de cabeza, escalofríos, diarrea y dolor en articulaciones. La complicación más frecuente que se presenta es la deshidratación severa por los episodios diarreicos o el vómito, que también puede producirse.

Los niños y adultos jóvenes son los más vulnerables, porque son las personas más dadas a comer en la vía pública. En temporada de calor el riesgo es más alto, porque muchos establecimientos no cuentan con refrigeradores y pasan varias horas con los alimentos a temperatura ambiente.

Se recomienda en casa no esperar mucho tiempo para refrigerar los alimentos, a fin de evitar la producción de bacterias, algo que algunos puestos en la vía pública no pueden hacer, porque incluso a veces la misma persona que sirve es la que cobra.