Heredero de una de las dinastías maya-lacandona, Víctor Chambor es un joven que sabe que el futuro de la Selva chiapaneca no solo pende exclusivamente de acciones de conservación, ni mucho menos de buenas intenciones, sino también de proporcionar alternativas de empleo que eviten su destrucción.
Hijo de Carmelo Chambor Yuk, el último líder moral maya lacandón y uno de los principales defensores de esta selva, Víctor no solo ha seguido los pasos de su padre, sino que ha demostrado que a través de la actividad turística, se puede revertir los daños que por años ha padecido esta zona ecológica.
Junto a su hermano Abel Chan Kayom, han consolidado uno de los proyectos ecoturísticos más interesantes que existen en la comunidad Lacanja Chansayab, municipio de Ocosingo.
Enclavado en la espesa selva, Campamento Lacandones representa un importante ingreso económico para los habitantes de Chansayab, quienes han cambiado radicalmente la forma de ver al turismo.
“Son muchos los beneficios que trae para nuestra gente, pues contribuye al desarrollo sustentable, ayuda a la economía local y lo más importante es que promueve el cuidado del medio ambiente, que es algo que nos han enseñado nuestro padres y abuelos”, indicó Carmelo.
Es por ello que en su comunidad buscan hacer conciencia de que actividades como el ecoturismo pueden ser una alternativa para conservar la selva y al mismo tiempo explotarla sin dañarla.
La agricultura nunca la han dejado, nos dice Chambor, pues antes de que llegaran los primeros turistas a la Selva Lacandona, sus ancestros les enseñaron a a trabajar rotativamente la tierra para no deforestar, una práctica que ha pasado de generación a generación.
Sin embargo al igual que sus ancestros, a Víctor le preocupa la devastación que está sufriendo su entorno, principalmente por la deforestación generada por la ganadería extensiva, así como el tráfico ilegal de la flora y fauna.
Los efectos negativos de la destrucción de la Selva son cada vez más notorios y se sienten más, nos cuenta Víctor.
“Acá en la selva ha estado haciendo más calor y en temporada más fuerte se secan los arroyos, cuando antes no se secaban, y todo es por la deforestación”, asegura.
La Selva Lacandona ha perdido en todos estos años tres cuartas partes de su superficie original, al pasar de un millón 800 mil hectáreas a solo 520 mil hectáreas; muchas de éstas superficies están resguardadas como áreas naturales protegidas.
Esta superficie constituye en conjunto el grueso de selva tropical húmeda más importante del país. Sin embargo la tala ilegal está acabando con toda la riqueza biológica y los servicios ambientales que provee la Lacandona.
En la entrevista para este rotativo, Victor toca un tema que además de preocuparle, le trae malos recuerdos: la presencia de saqueadores de flora y fauna en la Selva Lacandona y que se hacen pasar por asociaciones conservacionistas.
Una de ellas, ha sido Natura Mexicana, a quien Víctor señala como la responsable de que su padre fuera acusado de fraude, al resistirse al saqueo de flora y fauna de la Selva por parte de esta organización.
Reveló que su centro de investigación se ubica en la estación Chajul, desde donde explotan la biodiversidad de la Selva, y en donde su padre no sólo denunció el saqueo que llevaban a cabo, sino que fue el encargado de decomisarles diversas especies de animales.
“¿Crees que son de mucho peligro para quienes se oponen al saqueo de flora y fauna?”, se le preguntó.
“Sí, son peligrosos porque les molesta que se denuncie el saqueo que están llevando a cabo. Hace años, cuando mi papá era comisariado de bienes comunales decomisó muchos animales y aves.
”Después de ese hecho le ofrecieron mucho dinero para que permitiera el saqueo de la flora y fauna pero como no se prestó a la corrupción, no aceptó el dinero.
”A cambio lo acusaron de fraude para que lo destituyeran de su cargo y meter a otro comisariado que se prestara a todo lo que exigían como finalmente sucedió”, dijo.
Para Víctor, la Selva resguarda muchos tesoros por descubrir, sin embargo el revelarlos estaría alentando la ambición de muchas empresas que lo único que buscan es el dinero que les dejaría el explotarla de manera indiscriminada.
Comenta que además de los saqueadores de flora y fauna, en sus comunidades se escuchan rumores de que empresas dedicadas a la explotación de petróleo o de minerales pretenden penetrar la exuberante vegetación de la Lacandona.
Víctor nos relata que la Lacandona no se puede defender sola, necesita de cada uno de nosotros, que es tarea de todos el conservarla y denunciar a quienes le están hundiendo un daño.
De no hacerlo, estaría en juego la supervivencia no solo de la propia Selva y de quienes la habitan, sino también la existencia del propio ser humano.