Las guardianas de una tradición ancestral

La feria de enero en Berriozábal es una tradición de antaño que se ha heredado de generación en generación y ha sido preservada gracias a la participación de los habitantes del pueblo y en especial de las mujeres “lavanderas”, quienes son las encargadas de pedir cada año por la abundancia del agua para el pueblo en un recorrido hacia la represa de ese municipio.

Doña Candelaria Marroquín y doña Dora López son las “lavanderas” con mayor recorrido en las festividades del pueblo. Ya no llegan a la represa como otros años, pero se han involucrado en la organización de la fiesta y en la elaboración de la comida repartida durante las celebraciones.

“Participé 45 años lavando manteles, lo heredé de mi mamá, estaba chamaca cuando empecé. Gracias a Dios que me prestó un año más de vida para vivir la celebración del señor San Sebastián (santo venerado en esta feria)”, comenta sonriente doña Candelaria, quien hoy tiene 80 años.

Por otro lado, doña Dora, o Dorita como la conocen en el pueblo, se dice estar feliz pues este año su familia recibió a San Sebastián en su casa; durante sus 85 años de vida no le había tocado recibir la fiesta del pueblo en su hogar.

“Participé más de 25 años en la fiesta, me había tocado asistir a las casas de quien recibía a San Sebastián pero nunca pensé que este año sería en la mía. Es una bendición, así lo siento”, asegura doña Dorita.

Ambas lucen felices de estar un año más en la fiesta del pueblo.

Las dos se ponen de pie, colocan sus bateas de madera sobre de ellas y piden ser retratadas “para que nos recuerden por si ya no estamos el otro año”, comenta doña Candelaria mientras las dos sueltan una risa.