Las celebraciones del 1 y 2 de noviembre, para conmemorar la tradición del Día de Muertos, arrastran (de forma inevitable) la necesidad de conocer aquellas historias tenebrosas o acontecimientos que, sencillamente, no tienen explicación dentro de una comunidad. ¡Y Chiapas está rodeado de esos relatos!
Para Roberto José Fuentes Cañizales, integrante del Consejo de la Crónica Municipal de Tuxtla Gutiérrez, las leyendas urbanas se mantienen bien conservadas dentro de la parte social, toda vez que la muerte va de la mano con el terror.
La Llorona y El Sombrerón son relatos que permanecen dentro de las creencias de los chiapanecos. “No hay un punto más atractivo para que sucedan cosas inexplicables que un panteón, y no por los muertos, sino por los vivos que enterraron ahí”.
Local
En el caso de Tuxtla Gutiérrez, mencionó el cronista, la historia El Carretón de San Pascualito es determinante dentro de los cuentos urbanos; hace referencia a que ese objeto -compuesto de madera y que hace un ruido desparpajante- pasa por las noches a recoger las almas de los moribundos para ayudarlos “al bien morir”.
Explicó que hace varios años era común escuchar en las calles de la ciudad que ahí venía el carretón; suenan y se mantienen vivas frases tales como: “anoche pasó la carreta y fulanito murió”.
Este personaje tiene dentro de sus cualidades que el sonido que emite es una advertencia de muerte para las próximas horas. “Cuidado con que las ruedas de madera se estacionen frente a tu casa, será una mala señal y no habrá manera de evitarla”.
Cañizales detalla en su obra “Cuentos Chiapanecos de Terror Urbano”, que esa leyenda se remonta a los años 1800 y no sólo se oye en Tuxtla Gutiérrez (por la mezcla de los cristianos y la cultura zoque), sino también habitante de los municipios como Suchiapa, Chiapa de Corzo, San Fernando, Coita o El Jobo, han sentido el terror al oír el rechinar de las ruedas.
De manera textual, el cronista enfatiza en su libro: “Son pocas las personas que afirman haber tenido el valor de ver el carretón de San Pascualito en su lento peregrinar, pues según la versión de los que saben, es muy malo hacerlo, pues si él se voltea y te ve, te puede ir mal y puedes contraer males muy extraños”.
México
El escritor describe que la leyenda urbana “La Llorona” es la que más penetración tiene en todo el país. Una decepción amorosa, remarca su texto, provocó que esa mujer expresara sus lamentos por sus hijos en cada lugar que pasaba, situación que provoca miedo en quienes escuchan los lamentos.
Penar por la muerte de sus hijos ha sido su castigo. “¡Ay, mis hijos, Ay, mis hijitos!”, es la frase que de forma histórica se asocia a este personaje, sin embargo, apunta Fuentes Cañizales en su libro, ese llanto “lastima los oídos y altera los sentidos de quienes lo oyen”.
De las 18 leyendas urbanas que plasma en su obra “Cuentos Chiapanecos” y en general de las historias que existen, el escritor considera que La Llorona es el relato más triste que se recuerda en esta época. Es una mujer que tiene como característica que siempre va vestida de blanco, con los pies flotando en el aire y con un cabello que, casi siempre, impide -a quienes tienen la mala suerte de verla- que sea reconocida.
La Llorona es un personaje que también provoca sensaciones inexplicables en los animales, pues son esos quienes a través de gritos, ladridos o el maullar detectan su aparición. En cada comunidad se conoce algo relacionado con ella.
Los mexicanos y, en general en Chiapas, al interior de los hogares aún se acostumbran algunas prácticas o rituales para alejar las malas vibras; en más de una ocasión (de seguro) se ha escuchado que hay que regar agua bendita para evitar que los espantos se apoderen de los tuyos.
Terror
Dentro del mundo místico local también se puede encontrar a la Tisigua, que refleja a una mujer que aparece en los ríos o en cualquier otro espacio, se puede identificar porque sus pies están al revés. En otras regiones la llaman La Mala Hora o La Tichanila.
La historia marca que esa mujer se metió en un arroyo para ahogarse con su hijo, su pareja arrepentida llegó para reconciliarse, pero fue muy tarde para el infante. Después de ese suceso, el amor se convirtió en odio.
La Chepa, remarca el cronista, es otra leyenda que recuerda a una joven que su pareja dejó abandonada en una de las cuevas de la ciudad, ese gesto desagradable hizo que buscara hacerle travesuras a los varones.
El Sombrerón, otro personaje emblemático en la ciudad, en esta temporada comienza a buscar a “bolos” para fajearlos; también se puede desquitar con animales de corral, y para que no haya confusión, en los cabellos o mulas deja sus colas muy bien trenzadas.
Más allá del escepticismo que pueden generar estas historias, para el cronista, la mayoría de los ciudadanos en algún momento de su vida se han topado con alguna circunstancia que no tiene explicación, pero que se justifica con alguna sombra, con el movimiento del viento o con cualquier pretexto para dejar a un lado el misticismo.