En un momento marcado por la polarización, la migración forzada y el resurgimiento de la xenofobia, luego de los recientes hechos de violencia en México, impulsados por discursos de odio y rechazo al extranjero; el arzobispo de Tuxtla Gutiérrez, José Francisco González González, hizo un llamado a la unidad, la empatía y la reconstrucción del tejido social, recordando que el Evangelio es inclusión, no exclusión.
Reflexiones
El líder religioso lamentó los ataques en la Ciudad de México (CDMX) relacionados a la gentrificación y la hostilidad hacia personas extranjeras, al tiempo que reflexionó sobre la situación local, donde comunidades indígenas viven desplazamientos forzados por conflictos internos; subrayando su postura contra la xenofobia y la división social.
“Parece increíble que en pleno siglo XXI sigamos viendo xenofobia. Nos jactamos de tener más estudios, más recursos, y aún así nuestras actitudes se vuelven más egoístas. Eso es lo que debemos transformar”, expresó.
Con avances tecnológicos, pero con retrocesos humanos
González González cuestionó las contradicciones de la sociedad actual, donde el avance educativo y económico no ha ido acompañado de mayor sensibilidad o empatía social.
Mencionó que aunque México ha progresado en muchos aspectos, persisten formas de exclusión, especialmente hacia los migrantes centroamericanos y entre las mismas comunidades chiapanecas.
“Cuando alguien deja su tierra no lo hace por gusto, sino buscando una vida mejor. Y tristemente hay organizaciones que se aprovechan de esa necesidad, desde polleros hasta grupos criminales que los usan como carne de cañón”, denunció.
El arzobispo también se refirió a los conflictos en comunidades indígenas, particularmente en la región Altos de Chiapas, donde ha habido enfrentamientos incluso entre pueblos de la misma etnia, motivados por disputas políticas, territoriales o religiosas.
“Nos hemos polarizado tanto que las comunidades ahora se enfrentan entre sí. Es lamentable que a veces, incluso dentro del mismo municipio, la violencia desplace a familias enteras. Y sí, hay quienes usan estos conflictos como cortinas de humo para desviar la atención de problemas más grandes”, señaló.
Además, subrayó que, aunque existen múltiples factores en estos conflictos, es urgente trabajar por una reconciliación profunda basada en la educación para la paz y el respeto mutuo.
Francisco de Asís
En este contexto, evocó la figura de San Francisco de Asís, de quien este año se conmemoran 800 años de su muerte, como símbolo de fraternidad, paz y humildad.
Recordó que su oración “Hazme un instrumento de tu paz” sigue siendo actual y necesaria. “Francisco no solo hablaba de amor, lo vivía. Llamó hermano incluso al lobo feroz que atemorizaba a su comunidad. Así deberíamos actuar nosotros, ver al otro como hermano, no como amenaza”, reflexionó.
Reiteró que el Evangelio no deja fuera a nadie, enfatizando en que el verdadero prójimo no se define por la raza, la religión o el lugar de origen, sino por el amor que somos capaces de dar.
Finalmente, hizo un llamado a la ciudadanía, destacando la unión humana como pieza clave para combatir las problemáticas sociales existentes. “El corazón humano está hecho para amar, no para odiar; para unir, no para dividir; para construir, no para destruir. Ese es el llamado de la Iglesia: ser puente, no muro”, concluyó.