Castro Aguilar en su libro “Bosquejos históricos de Tuxtla Gutiérrez”, contextualiza a la perfección el movimiento contrarrevolucionario vivido en la entidad.
Mientras en el país, Emiliano Zapata, Francisco Villa y Francisco I. Madero encabezaban a cientos de personas, muchas de ellas carentes de la tierra.
En Chiapas el miedo de los hacendados pudo más y triunfaron sustancialmente en una época de lucha.
En 1911, hacendados, terratenientes y ricos comerciantes sancristobalenses, nos relata Castro Aguilar, tomaron a la situación política como una revancha para que la capital del estado regresara a la ciudad colonial.
“Tomaron como pretexto la Revolución Mexicana de 1910 para alzarse en armas en contra del antiguo cacicazgo político de Emilio Rabasa y Víctor Manuel Castillo, y se declararon antirreeleccionistas. Sin embargo, en 1912 intervino la federación y las cosas quedaron como antes: nuevamente la camarilla de políticos tuxtlecos asumió el poder”, externó.
De 1910 a 1914, los chiapanecos estuvieron a la expectativa. Los carrancistas llegaron a la ciudad de Tuxtla Gutiérrez el lunes 14 de septiembre de 1914, al mando del general Jesús Agustín Castro, quien vino al frente de una brigada de la División Veintiuno, con mil 200 oficiales y soldados, para implantar los beneficios de la Revolución Mexicana. Inmediatamente se hizo cargo de los tres poderes del estado y de la comandancia militar.
El general Castro fue claro al decir que los principios de la revolución afectaban los intereses de la Iglesia, hacendados, terratenientes y comerciantes ricos, por lo que comenzó a confiscarse propiedades del clero y la Ley de Obreros se comenzó a hacer efectiva. Pero Tiburcio Fernández Ruiz, conocido coronel, no tomó a bien las medidas económicas implantadas por la revolución.
Fernández Ruiz encabezó el movimiento conocido como la Revolución Mapachista, del 2 de diciembre de 1914 al 18 de mayo de 1920. El nombre deriva a que la mayoría de los ataques eran realizados en la noche.
Triunfo de la contrarrevolución
El escrito Castro Aguilar soslaya la importancia de Tuxtla Gutiérrez como la ciudad clave para diversas batallas libradas en el contexto de la Revolución Mexicana.
Aquí aparece Pablo Villanueva, quien con sus propias manos defendió a porfiristas, los rabasistas, los mapachistas (villistas), los pinedistas (felicistas) y los zapatistas.
“Con los constitucionalistas la patria se hizo presente en la lucha de los derechos humanos y sociales de los chiapanecos. Los dos grupos antagónicos se disputaban el poder político: los carrancistas que trataban de cambiar el modelo social vigente (1914), base de la explotación de los trabajadores; y los mapachistas que intentaban que siguiera vigente la estructura económico-social que hasta antes de la llegada de los carrancistas tenían, mismo que habían heredado de sus ancestros”, consideró.
Al mismo tiempo, el cronista criticó las consecuencias de dicho movimiento, pues no había conciencia de clase entre la población urbana ni pueblerina; los mismos trabajadores, mozos y campesinos, todos ellos pobres, se sumaron a la causa de sus patrones.
Ante ello, los contrarrevolucionarios mapachistas lucharon fuertemente en las batallas del 5 y 29 de junio de 1917 en la capital chiapaneca. El triunfo ocurrido en 1920 hizo a Tiburcio Fernández Ruiz, comandante general de la División Libre de Chiapas y jefe del mapachismo.
El primero de febrero de 1921, el general Fernández Ruiz, gobernador constitucional, promulgó la Constitución Política del Estado de Chiapas, producto de la contrarrevolución en Chiapas.
Pablo Villanueva, héroe ignorado
Para Castro Aguilar, la historia le debe una a Pablo Villanueva San Miguel, conocido coronel de infantería constitucionalista, porque pese haber sido derrotado en las batallas contra los machistas, su resistencia para hacer prevalecer la revolución era notable.
El político, militar, héroe y gobernador interino del estado de Chiapas, nació en 1877 en el municipio de Jiménez, Tamaulipas. Realizó sus primeros estudios en su pueblo natal, allí mismo contrajo matrimonio.
El 26 de marzo de 1913, don Venustiano Carranza proclamó el Plan de Guadalupe, mediante el cual se desconocía al presidente Victoriano Huerta y a los otros dos poderes.
Venustiano Carranza fue nombrado como primer jefe del Ejército Constitucionalista. Por tal motivo, el 24 de abril de 1913, Pablo Villanueva San Miguel decide incorporarse al movimiento revolucionario que encabezaba don Venustiano Carranza. Sin ningún grado y al frente de ocho hombres armados se presenta ante el mayor Juan Jiménez Méndez en la hacienda del Caracol, en el estado de Tamaulipas, habiendo quedado incorporado como elemento.
Con el paso del tiempo, el general Jesús Agustín Castro lo asciende varios grados militares: el 31 de mayo de 1913 a subteniente de caballería en Xicoténcati, del estado de Tamaulipas; el 20 de junio de 1913, a teniente de caballería, por nombramiento que le expidió en Antiguo Morelos, Tamaulipas; el 13 de julio de 1913 a capitán segundo de caballería, por nombramiento expedido en la hacienda de Dolores, estado de Tamaulipas; y el 20 de noviembre de 1913 a capitán primero de caballería, nombramiento expedido en Ciudad Victoria, Tamaulipas. Tal vez, el momento más importante fue la solicitud del general Castro de acompañarlo a Chiapas el 4 de septiembre de 1914.
El 23 de agosto de 1916, el coronel de infantería, Pablo Villanueva San Miguel, fue nombrado gobernador interino y comandante militar del estado de Chiapas por don Venustiano Carranza, primer jefe del Ejército Constitucionalista, encargado del Poder Ejecutivo de la nación. Como tal, enarboló la bandera de la Revolución Mexicana en Chiapas.
El general brigadier, Pablo Villanueva San Miguel, es el héroe indiscutible de las memorables batallas del 5 de junio y 29 de julio de 1917. En el primer enfrentamiento fueron 500 mapachistas contra 202 carrancistas; los primeros tuvieron 150 bajas entre muertos y heridos; y los segundos, 26 bajas: 10 muertos y 16 heridos. En la segunda batalla fueron mil 600 mapachistas contra 403 carrancistas: los primeros tuvieron 117 muertos y muchos heridos; y los segundos, 65 bajas entre muertos y heridos.
Ante tales hazañas, Castro Aguilar consideró que sigue siendo ignorado tanto en la historia de la revolución en Chiapas como en la historia de la Revolución Mexicana.
“El mejor homenaje histórico que le pudiéramos hacer los chiapanecos al general Pablo Villanueva, sería levantarle una estatua en la calzada de los Hombres de la Revolución, así como dar a conocer su biografía entre la niñez y juventud chiapaneca; amén de las cartas del H. Ayuntamiento Constitucional de Tuxtla Gutiérrez de 1917, mediante las cuales expresaron su gratitud al entonces coronel Pablo Villanueva, a los jefes, oficiales y tropa, por haberlos defendido del ataque de 500 contrarrevolucionarios”, finalizó.