En 1980 mientras realizaba su año rural de medicina, Romeo Albores, se enfrentó a un caso que lo conmovió para siempre: un niño había sido mordido en su mano izquierda por una víbora.
Cuando el pequeño llegó al hospital del municipio de Palenque, cuatro horas más tarde del ataque, sus padres, torpemente, habían intentado paliar los efectos de la mordedura a base de aceites y de rezos, pero al agravarse la situación del niño se hizo necesario trasladar al paciente al nosocomio, ya que el veneno de la serpiente le generaba dolor intenso, le impedía coagular la sangre y era causante de anemia, trombocitopenia (disminución de la cantidad de plaquetas) y del comienzo de una insuficiencia renal aguda.
El caso solo pudo resolverse tras una complicada cirugía en la que el niño sangró muchísimo y fueron necesarias varias transfusiones.
El médico recuerda haber visitado al pequeño luego de la cirugía, se veía aún enfermo, pálido y con la voz débil.
Para el doctor este caso significó algo profundo: la imperiosa necesidad de investigar sobre las mordeduras de serpientes y sus efectos sobre la salud.
En Chiapas se registra un alto número de reptiles venenosos (21 especies), siendo superado solamente por Oaxaca con un total de 23.
Por lo anterior, considera, es necesario darle la debida importancia a los accidentes ocasionados por mordeduras de reptiles venenosos.
Hasta el momento, se han registrado en Chiapas, un total de 84 especies de lagartijas (solo una venenosa) y 110 de serpientes (20 venenosas).
El total estatal corresponde a 21 especies de reptiles venenosos, a pesar de ello, el número de especies venenosas que concurren en cada región fisiográfica, es relativamente bajo.
A manera de ejemplo, en la “Selva Lacandona” se presenta el mayor número de reptiles venenosos, al registrarse entre cinco y siete de diferentes especies.
Primeros auxilios
Lo primero es tranquilizar a la persona y luego tratar de identificar a la especie de serpiente que la atacó; hoy en día se facilita mucho tomando una foto con un celular y enviarla al médico.
Muchas veces el paciente es mordido y no sabe qué serpiente es, pero por las características de la mordedura se hace un diagnóstico y se establece la especie
¿Qué se aconseja no hacerle al paciente?
El paciente se debe mantener en reposo, con la extremidad afectada en la misma posición del cuerpo: acostado boca arriba. La extremidad no debe colgar, porque como tiene un daño, este podría ser mayor, el veneno puede concentrarse más hacia la parte afectada. Tampoco se debe levantar la extremidad, dado que el veneno podría diseminarse más rápido, además de disminuir la circulación sanguínea. No se recomiendan los torniquetes o vendas apretadas, porque podría disminuir el aporte sanguíneo. No se debe poner hielo, la idea es dejar al paciente quieto. Tampoco se deben hacer heridas sobre el área de la mordedura, ni succionar. Esto no sirve, las víboras tienen colmillos hasta de 3cm, o sea, que el veneno se inyecta en la profundidad de los tejidos.
Las alteraciones pueden sufrir los órganos con el veneno, pueden ser insuficiencia renal aguda y que el paciente llegue a requerir diálisis; puede quedar con insuficiencia renal crónica y, en el futuro, requerir un trasplante renal. Es raro, pero puede suceder. En el sistema nervioso central pueden haber hemorragias, que a veces dejan secuelas neurológicas serias o llevar a la muerte. También puede presentarse trombosis. Este fenómeno puede ser muy temprano, a los pocos minutos se puede presentar una tendencia a la trombosis y eso puede causar muerte cerebral.