Para el maestro Julio Alberto Pimentel Tort, escritor y ceramista, originario de Cintalapa, quien ha dedicado toda una vida a crear y promover arte desde una construcción social e incluyente, las iniciativas improvisadas en el arte no tienen futuro.
A sus 60 años de edad, está convencido de que si realmente se desea trascender en cualquiera de las artes es necesario ser profesional, tener una planeación clara de los objetivos. Implica procesos lentos y trabajar de forma colegiada.
Sobre ello está basado el espacio Cultural denominado TRES50, ubicado en Chiapa de Corzo. Un lugar dedicado al desarrollo de las artes, en los procesos formativos, investigación/creación, vinculación/extensión y el fomento a su consumo.
Fue abierto hace 14 años como un espacio para las artes visuales desde una perspectiva de creación contemporánea. De acuerdo al maestro, en sus inicios albergó exposiciones importantes de artistas que ahora cuentan con trayectoria a nivel estatal y nacional, la gran mayoría jóvenes.
Tres50 fue fundado por Javier Orozco, Julio Pimentel y Jaime Ignacio Martínez, a lo largo de los años ha servido como escenario para la presentación de obras de destacados artistas en los ámbitos regionales, nacionales e internacionales.
Ahora, en su nueva etapa que inició en diciembre de 2017, Tres50 está integrado por familiares de Javier Orozco, así como amigos y colegas del ámbito de la creación, investigación y de creación artística.
El objetivo social de este espacio es atender los procesos de desarrollo del arte y la educación a partir de esquemas de profesionalización, educación continua, colaboración internacional, desarrollo comunitario y divulgación del arte y la cultura, atendiendo un enfoque de género, interculturalidad, sustentabilidad y sostenibilidad.
Sus inicios
El maestro plática que la parte creativa que desarrolló primero fue la literatura en la modalidad de cuento. Empezó a escribir sin orientación ni experiencia, porque no existían los espacios de formación en ese entonces en Chiapas.
Estudió hasta la preparatoria en Cintalapa, en el 76 viajó a la Ciudad de México para estudiar en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), específicamente Antropología social, donde con otros compañeros – Juan Villoro, Amelia Domínguez, Gerardo Sutter – empezó a establecer vínculos.
Se incorporó a un taller de creación literaria de la Revista Punto de Partida de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), que se daba en el Centro Cultural Universitario. Fue su primer ejercicio formal de la escritura.
A partir de ahí participó en algunos concursos ganando varios de ellos. Ganó un premio de escritura en Chiapas siendo muy joven, logrando publicar en algunas revistas.
Su primera publicación fue de una colección del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), a los 25 años de edad. Su creación fue un libro de cuentos titulado “La profanación de los espacios”. A partir de ahí tuvo un ejercicio permanente de escritura.
Creaciones literarias
Ha publicado dos libros de literatura creativa o ficción, el segundo fue publicado hace apenas cinco años, titulado “Piel de bestia”.
Detalla que hace cuento porque le gusta la brevedad de los relatos. Sus cuentos son cortos, desde una hasta seis o siete cuartillas. Implica el universo donde puede expresarse con mayor efectividad, enfocado a la literatura fantástica con elementos de realismo.
En sus libros refiere que aparece Chiapas como su experiencia de vida. “Una cualidad de la escritura es que el universo que se describe a través de la ficción a la vez es algo muy cercano e inmediato”.
Hace referencias de Chiapas pero no literalmente, por lo que pocos son los que las reconocen. Como parte del imaginario que ha vivido, describe espacios con significados, poco definidos sin historias detalladas.
Además, después de terminar sus estudios, regresar a Chiapas y hasta hoy día, ha publicado también en varias revistas, antologías, colaborado en diversos organismos.
Revistas de la Secretaría de Educación, de la Unicach, UAM, así como de la UNAM. Ha impartido ponencias en diversas instituciones educativas de diferentes partes del país, enfocadas al arte y la educación.
Aprendiendo de la alfareria
Comenta que en el 86 regresó a Chiapas, empezando a explorar la alfarería, partiendo de la antropología desde el arte popular. No tuvo una formación como alfarero, perfeccionó su técnica con mucha práctica.
A partir de ahí su actividad en el estado comienza a relacionarse con el arte popular y con el arte en general. Trabajó mucho tiempo en lo que fue el Instituto de las Artesanías, relacionándose con artesanos y alfareros.
Se enfocó a desarrollar ideas para generar ingresos y poder apoyar a los artesanos de aquel entonces. Muchas de ellas quedan hoy como talleres significativos, aunque hubo un momento en que a la institución no le interesó.
Por ello decidió abrir su propio taller de alfarería para probar que lo que proponía en términos de producción y bienestar valía la pena y podía dar buenos resultados.
Al abrir su taller hizo varias investigaciones para recuperar técnicas y materiales en comunidades de Cintalapa, trabajando con otro alfarero, lo que lo ayudó a terminar de formarse en términos de cerámica.