Marilú, entre las artes plásticas y la taxidermia

Rodeada desde muy pequeña de la flora y fauna nativa de Chiapas por la cercanía con el zoológico de antaño, ubicado en el parque Madero, en la capital del estado, Marilú Guillén Jiménez mostró su pasión por los animales; pero de forma profesional, su interés mayor lo depositó en las artes plásticas, situación que le permitió tener una interacción directa de enseñanza-aprendizaje con las personas.

Fue hasta 1985 cuando llegó al zoológico (como se conoce ahora) para apoyar en los cursos de verano. Un año después repitió las actividades y consiguió una plaza en el área educativa; así se mantuvo hasta el 2000.

En la actualidad, Guillén Jiménez es curadora del Museo Zoológico “César Domínguez Flores”. Junto con un equipo se encarga de mantener intactos los ejemplares que pierden la vida, a fin de que estas especies sea admiradas por las nuevas generaciones.

Proyectos que siguen vivos

Marilú Guillén recordó que fue en 1999 que se creó el Museo Zoológico. Ella apoyó en las ideas que hoy se pueden ver plasmadas en ese espacio, mismo que remonta a lo más cercano de varios ecosistemas de Chiapas. No obstante, por mantenimiento el ZooMAT cerró sus puertas dos años, y fue hasta el 2003 que se reanudaron las actividades.

“Fue una expectativa que tenía la gente de querer venir y ver lo nuevo (…), de ahí hemos ido aprendiendo. Con la formación que tuve, pudimos ver todo lo que es la cuestión de exposiciones”, mencionó.

Una de las actividades más representativas que tiene, dijo, es salir a las comunidades para exponer a los pobladores los trabajos que se realizan con las artes plásticas y también con los animales disecados.

Su historia

Su padre, junto con otra persona más, trabajaron en el ZooMAT desde una edad muy temprana. De hecho, aprendieron el arte de preparar a los animales de don Miguel Álvarez del Toro, así que Guillén Jiménez creció viendo cómo se hacía ese proceso; prácticamente el zoológico, los laboratorios y los museos se convirtieron en un patio de juegos para ella.

“Así es como yo aprendo taxidermia, no la practico. El hecho de estar aquí y tener el área, dije: ‘Vamos a hacer que esto se conozca, vamos a enriquecerla’”, complementó.

Al interior del zoológico se tiene una amplia colección de animales trabajados, desde ejemplares muy pequeños como algunas aves, hasta reptiles de gran tamaño, como la cocodrilo conocida como la “4-40”, por sus enormes dimensiones.

En la colección de especies se puede encontrar águilas, jaguares, cocodrilos, patos, tucanes, quetzales y hasta tecolotes. Lo que se hace, refirió, es que una vez que se reporta la muerte de algún animal, se plantean las funciones, las poses y se hacen los trámites para conseguir los materiales.

Todo un equipo participa en las actividades de la taxidermia, algunos realizan costuras, otros ayudan a esculpir la figura. Lo que se busca es que las especies (aunque están muertas) adopten un perfil como si estuvieran con vida.

Ejemplares emblemas

Una de las figuras icónicas en el Zoológico “Miguel Álvarez del Toro”, en la parte de taxidermia, es “Zambo”. Se trata de un jaguar negro que perdió la vida a los 22 años, que es equivalente a 86 años en una persona. Murió por su avanzada edad y fue inmortalizado con el trabajo que hizo el personal al dejarlo en una pose imponente.

“Estuvo con nosotros desde 1982 y la gente venía para conocerlo, era nuestro primer jaguar negro. Cuando murió ya era un anciano. En vida, los expertos decían que podía vivir entre 15 y 18 años, debido a muchas circunstancias. ‘Zambo’ estuvo 22 años”, relató.

Guillén Jiménez describió que al juntar el conocimiento de varias disciplinas, todo el equipo se concentra en el retiro de la piel, toman las medidas, hacen la escultura, el montaje, la costura, la pose y el sitio en el que se colocará al animal.

Exhibición de animales que se fueron

El Museo Zoológico, relató Guillén Jiménez, es un sitio que alberga especies disecadas que son difíciles de encontrar en sus espacios naturales; sólo dos pequeños ejemplos: el águila arpía y la guacamaya verde.

“La única manera en que nuestra gente los puede conocer es acá, tenemos una exhibición. Esa es la parte en la que nosotros incidimos en que el público puede conocer especies que ya no están en nuestro estado”, relató la curadora, cuya trayectoria supera las tres décadas.

Guillén Jiménez mencionó que la mejor manera de recordarla, cuando ella se aleje de sus actividades laborales, es que su equipo cuente con la sensibilización necesaria para apreciar el espacio en el que se encuentran, y que el Museo Zoológico siga creciendo, que se proyecte hacia afuera para que la sociedad vea el trabajo del personal y el valor de muchas de las especies que ya no están en sus espacios naturales.

Finalmente, compartió para Cuarto Poder que las exposiciones itinerantes realizadas han dejado resultados positivos, toda vez que han movido ejemplares a sitios donde, prácticamente, los infantes no tienen otra posibilidad de conocer a los grandes reptiles o mamíferos.