Medicina natural en mercados de Tuxtla

Medicina natural en mercados de TuxtlaLas hierbas medicinales como remedios y ritos en la cultura chiapaneca. Carlos López / CP

Con más de 50 años como comerciante, Margarita Robles Pérez ha sido guardiana de la sabiduría popular en el mercado público municipal Juan Sabines de Tuxtla Gutiérrez.

En su local ofrece ocote, estoraque y una amplia variedad de hierbas medicinales que siguen siendo remedio y ritual para muchas familias chiapanecas.

Entre aromas de plantas secas, humo de copal y voces de compradores en el mercado, se encuentra uno de los puestos más antiguos.

Toda una vida 

Allí, Margarita Robles Pérez cuenta con una trayectoria de más de 50 años vendiendo productos naturales y hierbas medicinales.

“Toda mi vida he vendido aquí. Empecé jovencita, y desde entonces he estado en este local. Mi venta ha sido siempre el ocote, el estoraque, y todas las hierbas que la gente busca para curarse o para protegerse”, explicó.

Entre los productos que vende se encuentra el ocote, resina roja extraída del pino que tiene múltiples significados.

“Se vende para hacer lumbre, eso es lo más común. Pero hay gente que cree en su poder para la protección espiritual. Lo buscan rojo, lo más colorado, porque dicen que así sirve más. Lo ponen en cruces o lo queman para espantar lo malo”, afirmó.

Otro producto muy solicitado es el estoraque, una resina aromática utilizada en rituales tradicionales.

“Sirve para saumar. Lo tenemos en rueditas como tortilla, y lo prenden en las casas para limpiar el ambiente, para que huela bonito y para proteger”.

Robles Pérez también ofrece hierbas curativas que forman parte del conocimiento ancestral de muchas comunidades. 

En su local se encuentran desde las más comunes como la cola de caballo o el pelo de elote, hasta combinaciones conocidas como “12 plantas”, que se usan para tratar inflamaciones del riñón y problemas de próstata.

“El abedul sirve para la próstata y para los riñones, pero no va solo, siempre se mezcla con otras hierbas. Y si ya es una cosa más fuerte, usamos enebro, que son unas semillitas como pingüica. Todo esto es para desinflamar, para limpiar el cuerpo”, añadió.

Una tradición que no se extingue

Aunque las farmacias están a la vuelta de la esquina, Robles Pérez aseguró que muchas personas siguen acudiendo a ella por remedios naturales. 

“La gente viene porque ya no quiere tanto químico. Aquí todo es natural. Todo lo que vendemos viene del campo, de la sierra, de manos que todavía saben qué sirve y para qué”, subrayó. 

Para ella, su trabajo no es solo comercio, es una forma de vida, una herencia viva.

“Aquí no solo se vende. Aquí se platica, se aconseja, se comparte. La gente confía en uno porque sabe que esto no es de ahora, es de generaciones”, enfatizó.