Metzabok, el tesoro escondido bajo el agua

Aunque la laguna de Metzabok, situada sobre la Selva Lacandona en el municipio de Ocosingo, se ha distinguido por ser uno de los lugares turísticos más importantes de Chiapas, también alberga una riqueza antropológica que se ha venido estudiando en los últimos años y que ha revelado algunos tesoros que se esconden bajo esos colores verdes, azules y turquesas que encierran a este ecosistema.

José Juan Jiménez González, instructor de Buceo Científico de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas (Unicach), explicó que su colaboración comenzó desde el 2018 y ha consistido en armar un equipo para realizar recorridos bajo el agua, para buscar pinturas rupestres y entender de mejor manera la cultura maya.

En la sumersión, relató, los investigadores estaban conscientes de que se podía tener contacto con objetos de unos 500 millones de años de antigüedad; dentro de los resultados preliminares, es que documentaron bases de cajetes y hasta restos óseos, aunque el proceso de identificación correspondió, netamente, a los antropólogos.

El buceo se realizó hasta los 25 metros de profundidad para hacer búsquedas que permitieran tener otra perspectiva de los objetos que estaban a la orilla. Se tiene previsto que los trabajos subacuáticos continúen para este 2021, con la intención de seguir conociendo lo que está abajo del sistema lagunar.

Colaboración

Josuhé Lozada Toledo, investigador en la Dirección de Estudios Arqueológicos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en Chiapas, relató que el estudio de las pinturas rupestres tiene un aproximado de 10 años y las actividades han estado muy ligadas a la comunidad lacandona, de la cual han aprendido la forma de su pasado pero también de cómo ve el mundo.

Después de que se realizaron las primeras inmersiones en la laguna, dijo, pudieron concluir que los antiguos mayas estaban lanzando una serie de objetos al pie de los riscos, estos materiales estaban relacionados con la cerámica ritual.

Lo que más llamó la atención de quienes han participado en el proyecto, es que encontraron algunos huesos humanos (que fueron estudiados) y que uno de ellos pertenecía a un cuerpo femenino adulto, “es poco común (...) al encontrar, solamente, uno de estos fragmentos nos llamó mucho la atención, también nos podría hablar de una práctica de desmembramiento ritual”, una actividad que se hacía en el México prehispánico como una forma de ofrendar al agua.

Hallazgos

Aparte de los materiales de orden ritual, también se encontraron objetos más comunes: ollas, vasijas y platos que usaban los mayas para sus actividades cotidianas. Este descubrimiento se hizo en basureros prehispánicos subacuáticos, es decir, Meztabook también fue un lugar para ahorrar algunos desechos.

A lo largo del proyecto, se han obtenido una buena cantidad de materiales de cerámica que están divididos en más de 300 fragmentos; para el casos de los huesos, se identificaron tres de humanos y 20 que pertenecían a los animales (venados) que se consumían en aquella época.

De las piezas halladas, no todas son prehispánicas, algunas provienen de la cultura lacandona, quienes son los que actualmente viven en los alrededores de Meztabook pero que en el pasado llegaron de una migración desde la Península de Yucatán, ya siendo en 1780 cuando se tuvieron los primeros registros de estas personas sobre Palenque.

Antigüedad

Los materiales encontrados, relató el investigador, se remiten al periodo denominado “Posclásico Tardío”, que va de 1250 d. C. (después de Cristo) a la llegada de los españoles; eso fue determinado por las características (forma, texturas o componentes) de la cerámica.

Añadió que en Meztabook no han ubicado materiales que sean del “Clásico Tardío”, es decir, el momento de mayor esplendor de la civilización maya, a diferencia de lo que sí se ha localizado en otros sitios como Palenque, Yaxchilán o Bonampak.

“Eso nos quiere decir que la laguna estaba abandonada en este momento, que las poblaciones estaban concentradas en estas ciudades y que no tenían la necesidad de viajar, porque de alguna manera tenían controlados ciertos temas como el agua”, relató.

Insumos

Para realizar las actividades de buceo científico se ocuparon una serie de materiales, desde tanques de oxígeno, guantes, luces especiales, varillas, boyas, hasta cintas métricas. El tiempo para sumergirse fue de entre 40 y 60 minutos. También se utilizaron cámaras subacuáticas y hasta libretas para documentar lo observado bajo el agua.

De acuerdo con lo comentado, de una esquina a otra el sistema lagunar tiene un aproximado de cuatro kilómetros; con la colocación de las boyas a cada 100 metros fue como se hicieron los recorridos, todo se realizó con la compañía de cuatro buzos profesionales.

La gran apuesta que tienen los investigadores en la continuidad del proyecto es encontrar alguna embarcación prehispánica que sería fascinante para la arqueología subacuática; no obstante, ese material no se sacaría a la superficie debido a que el cambio brusco de temperatura dañaría al material, se ocuparía la tecnología para reconstruir en 3D el objeto.