Se ha identificado presencia de micotoxinas en tortillas y otros productos derivados del maíz.
“Se debe poner especial atención a estos tipos de contaminantes, porque se tiene un alto consumo de productos a base de maíz, sobre todo en las comunidades, como tortillas, tostadas, tamales y pozol”, señaló Rodolfo Vilchis Ramos, coordinador de Investigación en el programa de Sistemas Agroalimentarios Sostenibles del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (Cimmyt).
Indicó que se pensaba que, a través de la nixtamalización y otros procesos como cocción, extrusión y tostadura, se rompen las cadenas de las micotoxinas y se reducían, pero dentro del tracto digestivo se vuelen a reconstituir.
Las micotoxinas causan enfermedades en humanos, animales y plantas. Pueden provocar envenenamientos accidentales por vía natural con patologías similares a las causas por exposición en altas dosis de pesticidas.
La sintomatología es causada según el tipo de micotoxina, la cantidad y la duración de la exposición, además dependen factores como edad, estado de salud y género. Pueden incluso provocar inducción de cáncer, toxicidad del hígado e inmunosupresión.
Refirió que en Chiapas la micotoxina más común en los cultivos es la Diplodia, que más que causar un daño a la salud, puede originar una pérdida hasta del 100 % de la producción, lo que afectaría de manera considerable la economía de los productores.
Para mitigar los riesgos de inocuidad en la cadena de valor del maíz se pueden hacer diversas acciones. Desde el campo se deben usar variedades adecuadas, control biológico, manejo de microorganismos en los suelos con agricultura de conservación.
En el almacenamiento se deben emplear tecnologías poscosecha efectivas y accesibles, limpieza en el almacén, control de humedad. El transporte debe ser limpio, con ventilación. El procesamiento hacerlo en infraestructura adecuada, con monitoreo y control. Debe haber regulación en el mercado.
Los objetivos del Cimmyt al fomentar prácticas de poscosecha y el modelo de agricultura de conservación es que los productores logren producir suficiente maíz para satisfacer sus necesidades de autoconsumo.
Productores que producen excedentes de maíz pueden almacenar para venta en el mercado local informal, vender a un precio justo y transparente en el mercado nacional.
