Podría decirse que cada mañana un grupo nuevo de migrantes, en su mayoría de origen venezolano, parte de Tuxtla Gutiérrez para continuar su camino con destino a los Estados Unidos de Norteamérica.
La realidad es que en la capital chiapaneca, un creciente número de migrantes enfrenta la incertidumbre y los desafíos de la migración, mientras buscan oportunidades y un futuro mejor en el país vecino.
Al no contar con las condiciones económicas o un documento que les permita el libre transito y permanecer establecidos por varios días a las afueras de las oficinas del Instituto Nacional de Migración (INM), ubicadas en las cercanías de la carretera Villaflores, optan por salir de la ciudad caminando, con la claridad de que su siguiente destino es el municipio de Cintalapa.
Mujeres, niños y adultos mayores integran estos grupos, y se pueden observar transitando por la calle Central, avenida Central o el bulevar Belisario Domínguez desde las 5:00 de la mañana.
Comparten el hartazgo de esperar por días un documento que les permita el tránsito en libertad, pero además la urgencia de llegar al norte y contar con dinero suficiente para enviarle a sus familiares en Venezuela.
El contingente sale unificado, pero poco a poco es notorio el grupo de familias o de adultos mayores que atentan su caminar, pues es difícil seguirle el paso a hombres jóvenes.
Mientras avanzan comparten que su situación es delicada, en su país los costos de vida son elevados, pero más allá de eso, hay escasez de productos, lo que impide que a pesar de tener dinero, se tenga acceso incluso a a alimentos.
Señalan que para tener algo de recursos y comprar alimentos y agua para su camino, optan por vender paletas, dulces o chicles en las calles más transitadas, pero este dinero resulta insuficiente para costear el pago de una habitación de hotel.
También se encuentran con grupos de Haití, Colombia y países centroamericanos, que deambulan por las calles del centro de Tuxtla Gutiérrez en busca de apoyo y refugio.