Casas de campaña, niños jugando y tendederos de ropa improvisados son algunos de los aspectos que se observan bajo el puente conocido como la “Torre Chiapas”, lugar que se ha convertido en el refugio de cientos de familias migrantes.
Por las mañanas este espacio luce vacío debido a que la mayoría sale a las calles cercanas a trabajar de limpiaparabrisas, vendiendo dulces o en algunos negocios y mercados donde han conseguido un espacio para poder obtener algunos ingresos.
Un poco de diversión
Por las tardes la pequeña cancha de usos múltiples que se ubica en este mismo espacio es el punto de diversión, una pelota de futbol basta para que niños y jóvenes se diviertan después de un día de ajetreo.
No es fácil permanecer mucho tiempo en un solo lugar, asegura Miguel, joven venezolano y padre de familia.
El ruido de los carros y el peligro al que se exponen es algo que a diario le preocupa, sin embargo, no pierde la esperanza de reunir dinero y poder trasladarse a la Ciudad de México.
Desisten del sueño americano
Muchos han desertado del sueño americano tras las recientes políticas migratorias de Estados Unidos y han optado por unirse al programa humanitario de retorno seguro a su país de origen, los pocos que quedan es porque se niegan a volver y vivir nuevamente “perseguidos”.
Al caer la noche, los cientos de familias comienzan a montar sus casas de campaña, a tender algunos cartones que servirá de base para que el frío de la madrugada no les pese tanto y puedan descansar para poder comenzar un nuevo día con la energía que necesitan.