Mujeres lideran gestión comunitaria del agua

En la comunidad tzotzil de Bach’en, ubicada en el municipio de Chenalhó, un grupo de 32 mujeres ha transformado la realidad hídrica de su localidad mediante la construcción de sistemas de captación de agua de lluvia, desafiando roles de género y condiciones de exclusión.

Su lucha, respaldada por la asociación civil Cántaro Azul, refleja el poder de la organización femenina en zonas rurales indígenas.

Barreras

Históricamente, las mujeres de Bach’en enfrentaron barreras como la marginación en la toma de decisiones, la carga del acarreo de agua y la violencia estructural. Sin embargo, en 2023, decidieron actuar ante la escasez crónica del vital líquido y formaron un colectivo mayoritariamente femenino.

Con técnicas innovadoras, construyeron siete tanques de ferrocemento de 20 mil litros, rotando labores y recursos bajo el sistema de tanda.

“Las mujeres son quienes más valoran y administran el agua. Su rol en el hogar las convierte en gestoras naturales”, explicó Victorio Jiménez Gómez, integrante de Cántaro Azul, organización que las acompañó en el proceso.

El proyecto se articuló mediante la metodología Ka’altik, enfocada en la gestión comunitaria del agua. Tras firmar convenios con Cántaro Azul y la Asociación de Patronatos de Chenalhó (APAMCH), realizaron diagnósticos participativos y diseñaron un plan de acción.

Capacitaciones

Las capacitaciones incluyeron talleres sobre roles en comités de agua, administración de recursos y sistemas de desinfección.

Como resultado, se conformó un patronato con tres líderes mujeres (presidenta, secretaria y tesorera), y 13 familias priorizadas instalaron sistemas de captación pluvial. “Antes almacenábamos 100 litros; ahora tenemos más autonomía”, compartió una participante.

Previamente, las familias pagaban hasta $150 pesos por un viaje de tsuru (auto compacto) que transportaba 15 bidones de 20 litros desde la cabecera municipal, volumen que solo duraba tres días. Los nuevos sistemas alivian la carga económica, y mejoran la calidad de vida.

Aunque persisten retos, la experiencia de Bach’en demuestra que la inclusión femenina es clave para el desarrollo comunitario.