Mujeres integrantes de la Red Mexicana de Afectadas y Afectados por la Minería (REMA), quienes luchan contra proyectos extractivos pidieron a las autoridades municipales, estatales y nacionales romper el pacto patriarcal con las empresas mineras.
“Luchamos por la vida, contra el extractivismo y el patriarcado que lo sustenta”, fue el mensaje sólido de la agrupación en el mes de la mujer.
Exigieron que el Estado, instituciones, compañeros y comunidades rompan el pacto que promueve la violencia directa e indirecta contra la mujer, aquel que silencia a sus víctimas y que permite que se cuestione más a las denunciantes que a los denunciados.
“El pacto patriarcal que exigimos romper, es también el que alimenta al modelo extractivista, por lo que romper con él significa romper con la minería y otros proyectos de muerte que nos exterminan”, describieron.
Reiteran que el modelo explotador contra la naturaleza y de despojo que el sistema capitalista impulsa es especialmente violento con las mujeres, quienes padecen de manera directa la violencia que este modelo desata en sus territorios (violencia física, psicológica, económica y sexual).
Por tanto, al tener la responsabilidad de los cuidados de la vida, el trabajo doméstico se triplica ante el rápido deterioro de los bienes comunes básicos cuando llega una minera (contaminación y escasez del agua, despojo de la tierra para alimentar, contaminación del aire); entre los más duros se encuentran los cuidados de familias enteras cuando estas enferman, como resultado de la devastación y la destrucción de otras formas de vida que las mineras detonan.
“El patriarcado y el extractivismo provocan violencias diferenciadas contra las mujeres, quienes pierden su seguridad, su independencia por la economía local que manejan, su libertad de movimiento dentro de sus territorios, el derecho a su tranquilidad, espiritualidad, vida colectiva y una propia vida en comunidad”, instaron.
Recordaron que la minería no es una actividad esencial; lo son el agua, los ríos, la tierra, los territorios, el aire que esta actividad contamina, despoja y aniquila; en cambio, esenciales son las comunidades que la minería desplaza, la salud de las poblaciones que la minería despoja. Esenciales son las mujeres y la lucha que ellas han dado para defender la vida y los territorios, una lucha que se ha visto más asediada durante la pandemia.