"Fredy Martín * CP. En la casa de María Gómez, en San Juan Chamula, cuatro mujeres llevan varias horas echando tortillas en un comal alimentado por lenguas de fuego de rollizos leños de encino. Horas antes se preparó el caldo alak¥ (de pollo) que se ofrecería a los invitados durante la Navidad.

En los cuatro barrios, en al menos 12 casas se vive un ajetreo similar a lo que sucede en la casa de María Gómez. Los 12 mayordomos (autoridades tradicionales) tienen la encomienda de ""recibir a su gente"" con ricas viandas, refrescos de cola, cervezas y posh (aguardiente).

En las entradas de esas casas, situadas en los barrios de San Sebastián, San Pablo y San Pedro , los dueños han colocado ramilletes de plantas silvestres, entre ellas, varias bromelias, consideradas en ""peligro de extinción"", en el bosque de niebla.

Varias mesitas les han esparcido juncia (flor de pino) y colocado sobre ellas, varias botellas de posh. Están en lugares estratégicos de las casas de los mayordomos, en espera de los ""invitados de honor"" para el día 25, que luego de estar sentados en las sillas quedarán tirados por los suelos después de varias horas de haber consumido varios litros de aguardiente.

La tradición establece que después del nacimiento del Niño Dios, ceremonia que se lleva a cabo en el templo de San Juan, las caravanas parten hacia la casa de los mayordomos, donde son agasajadas con caldo de alak¥ o wakash (res) y litros de refresco de cola, cervezas y posh.

Un lugareño cuenta que el cargo de mayordomo es rotativo y tiene duración de un año. Los 12 tzotziles que tienen la encomienda de agasajar a sus invitados recibieron el cargo en el mes de febrero, desde esa fecha empiezan a ahorrar hasta 20 mil pesos, para comprar los alimentos y las bebidas ""para ofrecerles a su gente"".

Desde la tarde del jueves, en las casas de los mayordomos se quemaban cohetes, se adornaban los altares con juncia y un olor a incienso inundaba las áreas donde se congregarían los visitantes. Grupos de músicos, con armas y guitarras amenizan la fiesta.

Un hombre que hace dos administraciones ocupó un puesto en el Ayuntamiento, explica que ""no todos los tzotziles"" festejan el nacimiento del Niño Dios, ""ni todos"", ofrecen o asisten a una cena. ""Para la gran mayoría es un día normal. Se duermen como de costumbre, a las siete u ocho de la noche y al siguiente día, realizan sus actividades con normalidad. Se van a la milpa muy temprano o realizan las actividades que tienen que realizar"", explica el hombre que pide omitir su nombre.

Los niños tzotziles, a diferencia de las ciudades, no esperan el arribo de Santa Claus y sus trineos. ""Aquí no conocen el juguete, por eso cuando los niños ven a los turistas, le piden dinero. Ellos sustituyen a Santa Claus"", explica otro tzotzil.

En las casas de este pueblo tampoco hay ""árboles de Navidad"", donde los modernos ""Santa Claus"", de las ciudades, acostumbran dejar los regalos a los niños. A mucho, una tira de ""foquitos"" se extiende cerca de los altares de las viviendas de los tzotziles más influyentes o poderosos de este municipio.

Víctor, un niño que asiste al tercer año de kinder en este lugar, sí sabe quién es Santa Claus y dice que es quien trae los regalos, pero desilusiado comenta que no hubo nada para él.

Así como Víctor, cientos de niños se fueron a la cama a muy temprana hora y al despertar, el 25 de diciembre, no recibieron ni juguetes ni dulces.

Rosa Velasco Pérez, una indígena tzeltal, casada con un tzotzil detalla: ""øQuién le va dejar juguetes a los niñosú øSanta Clausú No para nada. Muyuc (no)"".

""Aquí no se le da juguetes a los niños. No hay árboles de Navidad. Nadie da regalos a sus hijos. Muchos ni acostumbran cenar. Se duermen muy temprano. A las seis de la tarde del 24 de diciembre, muchos ya estaban durmiendo. La celebración se hace en el templo de San Juan"", acota.

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