A las 9:30 las tropas de Estados Unidos llegaron al Castillo de Chapultepec; comenzó una feroz lucha cuerpo a cuerpo. Desobedeciendo la orden de su superior, seis niños se canonizaron como héroes al tomar la decisión de empuñar sus armas y unirse a la batalla constituyéndose así como la última línea de defensa del Castillo.
El contexto histórico en el que ocurre esta gesta, es la guerra entre México y Estados Unidos de 1846 a 1848, en la que se perdió más de la mitad del territorio nacional.
El 12 de septiembre, un día antes de la batalla, México no la pasaba nada bien.
Panorama
Todo el norte del país estaba en manos de los estadounidenses, los puertos estaban tomados y un segundo frente había llegado por mar a Veracruz y avanzado por la ruta de Cortés hasta la ciudad de México.
El antiguo convento de Churubusco y Molino del Rey habían caído y el ejército norteamericano se disponía a asaltar el Castillo de Chapultepec, entonces sede del Colegio Militar.
El combate de Chapultepec, seria una de las cinco batallas más importantes que libró México, por el gesto heroico, a pesar de pocas provisiones.
Comienza el bombardeo
De acuerdo al arquitecto Francisco Rivas Castro, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), el “12 de septiembre, empieza el bombardeo a las afueras del Castillo de Chapultepec, es un punto de gran confusión para los cadetes”.
“Por ejemplo, Agustín Melgar y Juan Escutia, llegaron apenas cuatro días antes de la batalla, ellos solicitaron el ingreso al Colegio Militar, no eran propiamente estudiantes; Incluso Agustín Melgar, había sido dado de baja y regresó en ese momento”, explicó el arquitecto.
“Llegaron por el deseo de ayudar en la batalla contra Estados Unidos, y es por ello que no tienen el título de estudiantes o no pertenecen a una división, sólo fueron recibidos como agregados”, destacó.
El 13 de septiembre, el ejército norteamericano comenzó su avance por las laderas del cerro de Chapultepec, en la subida había alrededor de 600 soldados mexicanos; en el castillo, al mando de aproximadamente 250 hombres, estaba el general Nicolás Bravo.
Los cadetes, despiertan muy temprano, es lunes y sucede el momento de heroicidad, Nicolás Bravo manda la orden al Castillo de Chapultepec, para que los cadetes evacuen. Ya los había entregado a sus padres, pero 50 cadetes, toman la decisión de quedarse a defender el Colegio y el país.
“Para mí, no son héroes porque murieron, sino porque a pesar de que no tuvieron que haber peleado decidieron quedarse y defender sus instalaciones y la soberanía del país”, sostiene Rivas Castro.
Quedaron a cargo los docentes porque los directivos ya estaban en la batalla; los profesores coordinaron la defensa del castillo.
A parte de los seis reconocidos niños héroes. Se destaca al cadete Santiago Hernández, que después se dedicó a la pintura y responsable de realizar los retratos de los seis niños dos años después.
O Ramón Rodríguez Arango, que recibió una beca para estudiar en la Academia de Artes en París y adquirió el lenguaje del arquitectura neoclásica que reconfiguró el Castillo de Chapultepec durante el Gobierno de Maximiliano.
Mueren por la patria
Sin embargo, la derrota fue inevitable y el saldo final: 300 soldados mexicanos muertos, entre ellos los 6 niños héroes, cuatro heridos y 37 hechos prisioneros.
Juan Escutia de 20 años; Juan de la Barrera de 19; Agustín Melgar y Fernando Montes de Oca con 18; los más jóvenes, Francisco Márquez y Vicente Suárez con 14 años de edad, murieron por la patria.
Rivas Castro, explica que hay que comprender el contexto en el que se desarrollaba la sociedad, y el de adolescente no estaba definido; por lo que se les solía llamar niños a las personas hasta antes de cumplir los 20 años.
Conciencia histórica
“La guerra con los Estados Unidos tuvo una pérdida de territorio mayúscula, pero la ganancia, en términos de conciencia histórica y de conciencia patria fue enorme”, resalta el integrante del INAH.
Sostuvo que fueron un hito imprescindible para entender la historia de México, inspiración de artistas, militares y políticos; cuando este evento sucedió, Ignacio Zaragoza tenia 18 años, Porfirio Díaz 17; Miramón y demás personajes de la historia mexicana eran muy jóvenes y vieron a estos niños como una inspiración.