Normalizan violencia a las personas mayores
Por la edad, los adultos mayores enfrentan una serie de prejuicios y formas de discriminación. Diego Pérez / CP

Una persona anciana no representa un ser vulnerable, porque no todas envejecen de la misma forma. Pero en el día a día enfrentan una serie de prejuicios, formas de discriminación y violencias desde el momento de cruzar una calle hasta en la convivencia familiar.

En el lapso de una semana, tres accidentes automovilísticos afectaron directamente a adultos mayores. Para Arturo Acosta, psicogerontólogo, estas situaciones tienen que ver con la falta de adecuación de las vialidades para personas que tienen ciertas dificultades en la marcha o la visión.

“Muchas veces las vialidades están más adaptadas a los vehículos que para los peatones y, usualmente, llevan las de perder en esta clase de accidentes”, señaló.

Pero por la edad, los ancianos se enfrentan, además, a una serie de prejuicios y formas de discriminación que reciben el nombre de edadismo, y que limita el acceso que tienen a ciertos recursos sociales, incluyendo los espacios físicos.

Visibilidad

La sociedad civil que trabaja con estos temas ha hecho visible el problema mundial que representa el edadismo, así como la enorme carga estructural. Las violencias son normalizadas por distintas razones.

Las mismas víctimas propician la dinámica compleja dentro de las familias. “Por estas ideas son frecuentemente víctimas de violencias por personas jóvenes”, y es bastante común: padecen violencia física, hasta otras formas como la psicológica, económica, sexual y patrimonial.

Se les insulta e infantiliza

El experto puso como ejemplo los insultos o el menosprecio, “tiene que ver con la manipulación emocional, con ignorarlas, con reducirlas, infantilizarlas al hablar de ellas como si no estuvieran presentes”.

Estas formas de violencia no ocurren porque los cuidadores sean malos, explicó, son situaciones que se presentan de manera cotidiana sin estar conscientes de sus acciones. En ocasiones los ancianos pueden vivir una o varias formas de violencia dentro de su círculo social.

En el caso de las mujeres mayores, las violencias que enfrentan son por razones de género y edad, es decir, es interseccional. Cuando los hombres llegan a determinada edad viven en pareja o los cuidan sus hijos o algún familiar.

Caso contrario de las adultas mayores, “es más frecuente que enviuden, no vuelven a tener una pareja y la familia da por hecho que no necesitan ayuda”, porque sistemáticamente la mujer siempre se ha hecho cargo de todo, hasta de ella misma. De acuerdo al psicogerontólogo, las mujeres se enfrentan a una soledad no elegida de los 60 a los 80 años.