Con nueve años de edad, Michelle Arellano Guillén es una niña que cuenta con la suficiente capacidad intelectual para estudiar medicina humana a partir de agosto próximo en una de las universidades de mayor prestigio en México.
Con un coeficiente intelectual (CI, o IQ) de 158 puntos, es superada con tan solo dos puntos por mentes como la de Albert Einstein y Stephen Hawking.
Michelle Arellano es una niña superdotada, a quien le atrae la carrera de Medicina Humana y la Especialidad en Cardiología, además de aspirar en convertirse en bióloga marina porque disfruta mucho de ver documentales y leer lo que se relacione con los animales del mar y temas afines, pero también tiene el sueño de ser actriz.
Apunta que le gustaría ir a la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA, por sus siglas en inglés), para conocer más sobre la Luna y el planeta Marte, es decir, ver cómo son los planetas en general; al mismo tiempo de confesar que se siente muy orgullosa y emocionada por ser muy inteligente.
Agrega que sus compañeritos de escuela comparten con ella algunas dudas y también le han manifestado su gran admiración. Entre sus pasatiempos favoritos se encuentran las artes, como la pintura, el dibujo, y en las artes teatrales, la actuación, por lo que su currículo ya fue entregado al Centro de Educación Artística (CEA), de la empresa Televisa, y solo está en espera de una respuesta.
Primeros indicios
Karina Guillén Cruz (madre de la menor) comparte que desde que Michelle nació, se pudieron percatar de que tenía un aprendizaje rápido y utilizaba tecnicismos al hablar, por lo que acudieron a un instituto especializado y comprobaron que es una niña superdotada.
Desde pequeña recibió una vasta estimulación, lo que hizo pensar a sus padres que se trataba de un estado normal el que ella aprendiera rápido, pero no fue así con los profesores del nivel preescolar donde estudiaba, por lo que sus capacidades atrajeron su atención.
A los cuatro años, Michelle ya había aprendido a leer, y en lugar de tomar algunas clases de inglés de primero de preescolar, la empezaron a incluir en un grupo de tercer grado por su habilidad para aprender.
Diagnóstico
El primer diagnóstico que un médico les dio a sus padres, es que la menor tenía síndrome de Asperger, lo cual fue considerado de manera inicial como cierto porque la niña acostumbraba a estar un poco alejada de sus compañeros.
Pero cuando la menor cumplió siete años, sus padres buscaron a expertos y fue cuando notaron que en realidad su diagnóstico es el de superdotada.
Karina Guillén comparte que su hija fue rechazada de al menos cinco instituciones educativas ante la falta de información y conocimiento del personal educativo, aunque reconoció que este no es un problema en Chiapas sino a nivel nacional, porque ha sabido de otros niños con casos similares.