Ofelia Gutiérrez, ejemplo de trabajo y lealtad

“Se me cuida mucho, profe”, expresó doña Ofelia al momento de entregar las llaves del locker y las diferentes áreas del periódico Cuarto Poder que por 31 años resguardó y mantuvo en orden.

Como todo principio tiene un fin, Ofelia ingresó a laborar a esta casa editorial hace más de tres décadas, por lo que ahora llegó el momento de su jubilación.

Despedida

En este tiempo ha conocido a decenas de reporteros, editores, jefes de área. Ha visto el cambio desde las entrañas del periódico que es un referente en Chiapas.

Fue testigo de cambios en el diseño, la modernización del edificio, conflictos, así como de la llegada de maquinaria nueva.

Todo eso presenció la mujer de 68 años de edad y quien formó una relación entrañable con la maestra María Morales Ruiz.

La directora de la casa editorial se refiere a doña “Ofe” como la mejor empleada que ha tenido el periódico: “nunca registró una falta, nunca tuvo un retardo, siempre leal, siempre firme a pesar de todas las tempestades”.

“Me quedo triste, se va uno de los pilares del Cuarto Poder”, expresó la “profe” en el último día laboral de la señora Ofelia Gutiérrez Lara.

Una oportunidad caída del cielo

Ofelia es originaria del municipio del municipio de Simojovel, Chiapas; llegó desde pequeña a la capital chiapaneca.

De un hablar claro, firme y honesto, recuerda que su llegada a esta casa editorial fue un tanto casual, pues se había quedado sin empleo ya que fue despedida de una casa donde hacía el aseo.

Recuerda que fue despedida de una casa localizada en la colonia Moctezuma, donde se encargaba de la limpieza: “el dueño de la casa quería una muchacha de tiempo completo que se quedara a dormir pero yo no podía; me pagó los días que trabajé, me dio 80 pesos”, relató.

Salió de esa casa rumbo al centro de Tuxtla, pasó a comprar un pedazo de tela para regalársela a su mamá y al dirigirse a su casa abordó el colectivo, donde encontró a la esposa de un empleado del periódico y le informó sobre una vacante en esta empresa.

“Me dijo que la maestra necesitaba una señora, y fue así que me llevaron porque no sabía la dirección y estuve esperando por varias horas. Me acuerdo que estaba descompuesta la máquina pequeña y estuve esperando varias horas; un señor me dio una silla y la profe llegó a las 8 de la noche de ese día”, comentó.

Recuerda que en 1992 las instalaciones eran completamente diferentes: “era una estructura de adobe y bajareque, la fachada era de color café de una sola planta con techo de lámina”.

Agrega que “yo no sabía qué era un periódico, solo quería trabajar, yo venía del municipio de Simojovel, de un lugar pobre, donde la tierra era puro caliche”, comentó.

Añade que siempre se empleó en hacer aseo en las casas. Lamentablemente también fue víctima de abusos, en ocasiones no le pagaron por su labor, o no le pagaban completo o la despedían sin motivo alguno.

Desde pequeña comenzó a trabajar, por necesidad y deseo de salir adelante y tener una vida mejor.

Comienza su labor en Cuarto Poder

Relata que su primer encuentro con doña María Morales fue mejor de lo que esperaba; la trató de una manera amable, le explicó lo que tenía que hacer en su nueva ocupación y la oferta contemplaba un horario flexible.

Su primer día de trabajo fue el 23 de noviembre de 1992, lo recuerda con claridad.

Al cabo de un tiempo laborando en el periódico, y percibir un salario de cien pesos semanales, le notificaron del área de contaduría que debía de firmar nómina para que pudieran pagarle.

Al no saber leer ni escribir, no sabía qué hacer; fue entonces que un vigilante en turno le aconsejó que practicara su firma, al cabo que “aquí hay papel de sobra”.

Y así lo hizo, además de contar con tiempo libre por las tardes, ingresó a la escuela para aprender a leer y escribir en el INEA.

“En la primera escuela que estuve fue allá por la Vistahermosa, pero no llegaba la asesora; entonces me cambié a otra que estaba, que tampoco me enseñaban, hasta que me fui a una escuela de la Pascasio Gamboa, donde estuve un año; ahí aprendí a leer y a escribir, y me dieron mi certificado”, recordó.

En el periódico se fue adaptando poco a poco, desde el primer día llegó puntual y cumplió al pie de la letra la encomienda.

“Todo era diferente, las oficinas estaban en la parte de abajo, no estaba la máquina grande, era poco trabajo que hacer; fue después cuando vino la máquina grande que todo cambió”, dijo.

Una nueva era

Con la nueva máquina, y el nuevo edificio, el trabajo incrementó, salía mucho más papel de prueba, trapos sucios, más personal y también la responsabilidad.

“Todavía en el año de 1997 estaba el área de fotomecánica, había una bodega y una máquina; después vino el cambio de todo, las máquinas, el edificio”, explicó.

Afortunadamente contrataron más personal de limpieza para apoyar en estos trabajos, “a mí me gusta trabajar, para hacer mis cosas y para salir adelante”.

Fue también en este trabajo donde encontró solidaridad en situaciones adversas: “me apoyaron en ocasiones que necesité dinero, les decía que me descontaran de mi sueldo pero me decían que no, que era apoyo y creo que fue justo”.

Recuerda que don Conrado de la Cruz era un hombre de un carácter fuerte pero muy solidario con los trabajadores del periódico: “ayudó a muchos trabajadores, los reporteros más”.

También ganó diferentes artículos en las posadas realizadas a lo largo de estos años; recuerda con gusto que se llevó a casa, colchón, muebles y en la última posada celebrada en este 2024 le fue entregado un refrigerador.

La mejor es la nota roja

La señora Ofelia recuerda que en un momento el periódico llegó a producir una cantidad enorme de ejemplares, era un número incontable que se distribuían principalmente en los años del auge del zapatismo.

Pero también en número de páginas del periódico era mucho mayor, “solo de clasificados era 38 páginas, hasta 40, todo era diferente”.

Platica que le gusta leer el periódico, y desde su parecer la mejor sección es la nota roja, aunque antes era más emocionante porque no había censura en las imágenes, se mostraba cómo eran los accidentes o decesos.

“Ha sido un buen trabajo, la verdad a veces entraba la flojera, pero había que cumplir, eso sí, siempre, con lo que me pedían”, relató.

Anécdotas

En este tiempo ha sido testigo de un sinnúmero de anécdotas, como una que aconteció por allá de 1996, cuando un reportero que era originario de la Ciudad de México se lió a golpes con otro reportero chiapaneco.

Otro recuerdo que tiene muy presente es cuando hubo una amenaza de bomba y sacaron a todo el personal.

Asimismo, recuerda que una organización atacó las instalaciones del periódico, “tiraron botellas con gasolina, venían con palos, piedras, me dio miedo. Pero agarré mi franela porque tiraron gas también”.

Agrega: “Pensé, si salgo me van hacer algo, entonces mojé la franela, y me fui a un rincón, ahí me quedé; otras compañeras subieron a la azotea y pasaron al edifico de TVO, esa vez estuvo feo. Lo que sé es que querían que sacaran un documento, querían quemar el edificio, la verdad yo me hinqué, hice oración para que no nos pasara nada”.

La agresión fue efectuada por los integrantes del Mocri, quienes lanzaron piedras que rompieron las ventanas y alcanzaron el espacio de la dirección general del periódico, además golpearon varios vehículos.

Una mujer trabajadora

Sin duda, una mujer trabajadora, que sería necesario ediciones completas para plasmar todo lo que le tocó vivir en este trabajo al que dedicó gran parte de su vida.

El personal reconoció a la señora Ofelia como una persona humilde, siempre paciente y es la única que conoce como la palma de su mano todas las áreas que componen la infraestructura del Cuarto Poder, como la dirección, redacción, diseño, compaginación, TVO. En todas y cada una se le va extrañar como un ejemplo, pues incluso, en el último momento laboral, checó su salida a las 3:00 de la tarde en punto.

Despedida

Que el sueño de remodelar su casita, de descansar, de pasear, se le cumpla al pie de la letra, como usted cumplió con el Cuarto Poder !Hasta luego, doña Ofe!