Oficinas de Bienestar, entre el olvido y la desatención

Adultos mayores y personas con capacidades diferentes son los más afectados ante la falta de mobiliario básico. Ramón García / CP
Adultos mayores y personas con capacidades diferentes son los más afectados ante la falta de mobiliario básico. Ramón García / CP

Las oficinas de la Secretaría del Bienestar, en Tapachula, prácticamente se encuentran en el abandono, sin mobiliario, internet eficiente y personal comprometido; estas carencias impiden que los pocos servidores de la nación puedan atender de manera digna a quienes llegan por información o inscripción a alguno de los programas sociales del Gobierno Federal, esto a consecuencia del cambio de sexenio, los despidos injustificados y los nuevos trabajadores ligados al titular en la Perla del Soconusco.

Las oficinas en mención, ubicadas al sur de la ciudad en el interior de lo que fue Sader o Sagarpa, están a cargo del director regional, José Luis Elorza Flores, ex diputado federal en dos periodos; con sus constantes ausencias permite que muchos de sus cercanos colaboradores que llegaron al cargo con él no tengan el compromiso social, razón por la que las carencias en la dependencia se hayan vuelto tan marcadas.

Es evidente que el abandono de las oficinas, la falta de mobiliario, la limpieza en las instalaciones son negligencia de José Luis Elorza Flores, quien se ha jactado de la amistad y protección de la delegada en Chiapas, Manuela Obrador Narváez; según algunos de los empleados conscientes, a diferencia del sexenio pasado hoy no han aparecido los “gastos de operación”, por lo que las condiciones de limpieza y operación son indignas e insalubres.

Panorama

La falta de mobiliario básico es evidente, los adultos mayores, personas con capacidades diferentes tienen que soportar horas, porque en el inmueble no hay mesas ni sillas suficientes, lo que obliga a los empleados a improvisar en sus espacios de trabajo. La desatención y condiciones mínimas de operación poco importan al exdiputado que cuando llega a la oficina se encierra en el pequeño y sucio espacio que tiene asignado.

Ejemplos claros de esta situación que enfrentan los adultos que acuden a inscribirse a algún programa social, son que las horas de espera son muy largas, algunos llegan desde mucho antes que inicien oficialmente las actividades (9 de la mañana) y en algunos casos no alcanzan a ser atendidos.