Patricia y Patrocinio

Patricia Ortiz Mena Salinas, a quien se entrevistó para elaborar esta nota, hizo saber que en su familia nuclear siempre hubo armonía. Su padre -Antonio Ortiz Mena- abogado y economista, fue secretario de Hacienda, autor de un libro sobre el desarrollo estabilizador y le otorgaron la medalla Belisario Domínguez.

Califica a su madre como cariñosa quien, al ocuparse de sus otros hermanos, le permitió a ella acompañar a su padre en algunos viajes. Los fines de semana iba toda la familia a Cuernavaca, en donde se divertían mucho.

Precisa que de su vida escolar y social todo ha sido agradable, sin inquietudes ni angustias. A pregunta específica menciona que sus hermanos son Antonio, el mayor; luego ella, Martha, Carlos, Virginia y Regina.

Al preguntarle cómo conoció a don Patrocinio, responde:

“Siendo él estudiante de Derecho, estuvo una temporada trabajando como periodista. Durante los Juegos Panamericanos que se celebraron en México en 1954 competí en clavados de diez metros de altura y me preguntaron si podía entrevistarme, a lo que accedí con la condición de que Patrocinio subiera al trampolín en que me encontraba.

La nota que publicó les encantó a mis papás, el director del diario para el que escribía era amigo de mi papá. Después supe que a él no le agradó subir con saco y corbata a esa plataforma.

Doña Paty, ¿sólo ese deporte practicó, el romance surgió de esa entrevista?

No, además de natación en diferentes modalidades como clavado, salto, ballet y esquí acuático, he practicado gimnasio, esgrima, bicicleta, esquí y equitación, entre otros y actualmente hago yoga; de tu otra pregunta, la respuesta es no. Después de aquella entrevista nos volvimos a ver cuando él estudiaba su doctorado en Inglaterra, a donde acompañé a mi papá, quien era director del IMSS, a una conferencia internacional y pidió a Patrocinio que fungiera como secretario de la delegación de México.

Mi padre había sido el padrino de su generación en la Facultad de Derecho. Esa vez, nuestra comunicación fue escasa y breve. Al regresar de Londres, la primera vez que platicamos largamente ocurrió cuando fue padrino de bautizo de un hijo de su hermana Arely. Posteriormente estuvo trabajando con mi padre y lo visitaba en Cuernavaca los domingos para darle algunos informes de las tareas que realizaba o comentarle de los libros que le encargaba mi papá que revisara. Esas visitas desagradaban a mi madre, pues la presencia de Patrocinio le restaba tiempo de descanso a mi padre y allí empezamos a platicar con mayor frecuencia.

¿Qué recuerda de esas reuniones en Cuernavaca?

Me platicó su proyecto de vida, aspiraciones políticas y anhelo de ser gobernador de Chiapas. Me describía de manera atractiva las diferentes regiones chiapanecas. Como sabía que mi madre era fervorosa católica, me comentó que él no era creyente. Aunque me hizo saber que escribía poesía, curiosamente nunca le pedí que me diera o leyera algún texto de su inspiración.

¿Qué más puede decir de esta época de su vida en relación con don Patrocinio?

Sin haberme pedido que nos casáramos, renunció al empleo que tenía con mi padre. Después me dijo que no quería que lo acusaran de que había conseguido “empleo de yerno”. Siempre ha sido así, se fija metas de la que nos enteramos cuando ya las alcanzó.

¿Cuándo contrajeron matrimonio?

El 2 de diciembre de 1960, que es la fecha de mi cumpleaños y fue en la Iglesia de Santo Domingo de la ahora CdMex. Previamente mi suegro le sugirió a Patrocinio que no se casara conmigo argumentando que yo era una niña rica, consentida y con una madre dominante. Por su elevado sentido del deber, el día de nuestra boda tuvo una reunión de trabajo y él, que es tan puntual, no llegó a tiempo para la foto de estudio, la que me tomé fue con mi padre. De luna de miel viajamos a Nassau, capital de las Bahamas, pero por esa elevada responsabilidad con su trabajo que ya te comenté, salimos un sábado temprano y regresamos al siguiente miércoles.

¿Cuál ha sido el impacto en la vida familiar por los cargos públicos ocupados por don Patrocinio?

Nuestros hijos Patricia, José Antonio, Jerónimo, Josefa y yo sentimos su ausencia física porque dedicó muchas horas a sus empleos. Siempre era el primero en llegar a su oficina y el último en retirarse, pero su alejamiento lo compensaba con su actitud cariñosa cuando estaba en casa. Continuará.