Payaso “Cristal”, frágil, pero con temple de acero

“El dolor físico y emocional a que he estado sometido, ha fortalecido mi carácter. Tengo muchos amigos y amigas de todas edades. Y formo parte de unan gran familia de payasos”.

“Tu biografía es interesante. ¿Por qué no escribes un libro?” le preguntó alguien a “Cristal”. Y él respondió: “Porque no quiero que se limpien con mi cara”

“Ya vi mi cara en un periódico y estaban limpiando el cristal de una tienda”.

Ser payaso es difícil, dice “Cristal”, pero es más complicado serlo en silla de ruedas. “Mis compañeros tienen de 7 a 10 eventos por semana. Yo solo uno. Donde quiera está la discriminación”.

Con un dejo de tristeza, Cristal dice que la gente no les da (a los discapacitados) el beneficio de la duda. “Los que nos han dado la oportunidad, se han llevado una grata sorpresa”, afirma.

Sobre su discapacidad, bromea un poco. “Algunos amigos me dijeron al principio, ‘oye Cristal pensé que no hablabas’. Házmela buena, no puedo caminar, toy tieso, pobre, feo y aparte mudo, no pos no me ayudes compadre, ja ja ja”.

Sobre sus inicios como payaso, “Cristal” empezó jugando. No pensaba profundizar. “Es como entrar al mar, piensas entrar tres metros o bañarte con jícara, pero cuando vienes a sentir el agua te mete y ya estás enmedio”.

Aprender a maquillarse fue difícil. Al principio lo ayudaba su hermana. Pero el payaso es muy exigente. Y al ver una varita de bandera que jugaba su sobrino tuvo la idea de usarla para maquillarse.

Ahora, no deja su varita en ningún momento.

“Muchos creen que ser payaso es fácil. No. Es difícil hacer reír a la gente. Es más fácil hacer llorar. Le paso la rueda de mi silla en el pie y ya con eso lagrimean”.

Pero si le quiero hacer reír y le paso mi silla de rueda, me rompe el hocico y no le va causar gracia. A mí sí, pero a él no”.

La inspiración para “Cristal” fue el payaso Winni de Claud. Trabajaba en el Parque Central.

“Vi el escándalo. Dije a quién estarán matando. No veía nada. De repente grita Winni ‘ábranse’ y que se abre el mar de gente. Me sentí Moisés, pero sin vara.

Su madre acababa de fallecer. Su padre, ya sin dinero por estar gastando en su hijo enfermo, se fue a Cancún de donde no regresó.

“Cristal”, hundido en la desesperación, se refugió en el alcohol por una semana.

Llegó a Tuxtla con su hermana pequeña. Sin poder caminar, su hermanita no lo podía cargar, ella tenía 10 años. Sin conocidos, sin silla de ruedas. Fue al DIF estatal.

Narró su historia. “Necesito hospedaje, comida, una silla y quero superarme. Ayúdenme”, dijo valiente esa vez.

Le prestaron una silla, le dieron hospedaje durante dos años en la Casa Hogar El Samaritano.

Ahí obtuvo una beca para estudiar computación. Se hizo amigo de la familia Zepeda Castro.

“Jorge Zepeda me sacó de la casa hogar y me llevó a su vivienda. Me ofreció un cuarto, comida. Tenía todo. Pero quería sentirme realizado.

Pero no tenía mi silla. Esta es mi pierna. ¡Qué pena que algunos utilicen sus pies para golpear!”.

En eso llega otro payaso. Es “Pín Pín”. Y este coincide con “Cristal” en decir que el payaso callejero rompió el molde. Antes era artista y público. Actor y observador. “Hoy el show lo hacemos los dos; si el público no participa ahí nos tienes batallando. Es horrible el soliloquio”, sostienen ambos.

“Cristal” y “Pin Pin” lamentan que a veces es mal visto el payaso callejero. “No ven que es un artista, que se prepara e invierte”.

Llevan talleres, cursos, congresos nacionales e internacionales. En Chiapas hay alrededor de 300 payasos de calle.

Un traje completo de payaso (calcetas, zapatones, corbata, nariz, sombrero, mallones) oscila entre cuatro y cinco mil pesos.

“Así que si necesitas dinero, asalta a un payaso y le robas su traje; es dinero seguro”, bromea “Cristal”.

Además, se gasta en utilería. Y sin embargo la gente quiere pagar poco por el servicio.

La autoridad los ha querido molestar en los parques, porque les exigen su cuota de derecho de piso. “No es mucho lo que se gana”, aclara

“Cristal” aprovecha para aclarar una publicación en Facebook. Un tal Pozol Movie, lo sindicó de “grosero, acosador, adinerado”.

“No sé quién es ni por qué dijo eso. Lo invito a conocerme antes de juzgarme”.

“No soy una blanca paloma. Dinero no tengo. Vivo arrimado con mi cuñada. Y si he ofendido a alguna mujer, les pido disculpas. A lo mejor me mal interpretan las palabras. La enfermedad está en la mente de cada uno”, puntualiza.

Sobre su faceta como conductor de la fiesta “Parachicos” de Cuarto Poder, en una pasada edición, dice que es más fácil conducir que actuar en un parque. “Es mayor la presión en la calle por estar rodeado. Y si no haces reír a la gente, no te dan nada”.

“Cristal” ha servido de inspiración a muchos de los que caminan por el Centro de Tuxtla.

La entrevista va llegando a su final. Ha sido más de 90 minutos de amena charla.

“Cristal” lo intuye y cierra con un mensaje: Aprendamos a vivir. Empecemos a amar lo que nos rodea, empezando por nosotros mismos. Muchos se han dado por vencido antes de empezar al luchar. Esta vida es de valientes, sino te esfuerzas no vas a llegar a la meta.