Ante el reciente hallazgo de dos mujeres sin vida en la colonia Terán y Real del Bosque en la capital chiapaneca, el arzobispo de Tuxtla Gutiérrez, monseñor José Francisco González González, expresó su profundo pesar por la ola de violencia que se ha reactivado en la ciudad, luego de varios días de aparente calma sin homicidios dolosos, mientras hizo un llamado a la sociedad a reconstruir el tejido social y trabajar por la paz.
El prelado afirmó que, aún cuando se ha “cultivado una cultura de respeto a la mujer, a las personas más débiles”, persisten casos de agresión y violencia sexual o feminicida que evidencian que no se ha logrado desterrar la violencia.
“Parece que nuestro estado y la ciudad estaban en una sana paz, pero vemos que esta oleada de paz se está apagando, vuelve otra vez a encenderse cuestiones de violencia”, mencionó.
Además, subrayó que la raíz de muchos males está en el corazón humano, y citó el Evangelio de San Mateo: “bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios”.
Familia, amor y estructuras sociales
Por otro lado, retomó un documento del Papa Juan Pablo II que sostiene que “el futuro de la humanidad se juega en la familia”.
A su juicio, la descomposición de la institución familiar, causada por la movilidad, relaciones superficiales, la priorización del trabajo o la diversión, termina dejando a muchas personas sin arraigo ni un ambiente humano que fomente la empatía y el respeto.
Asimismo criticó leyes que, desde su perspectiva, “violentan a la familia” como las relacionadas con el aborto o la eutanasia, recalcando la necesidad de que la legislación tenga una perspectiva de familia que permita a los jóvenes estabilizarse, conseguir trabajo, tener vivienda y educación, de modo que la violencia y la delincuencia no crezcan.
Finalmente, insistió en la urgencia de trabajar por la paz desde lo personal y lo comunitario, reconstruyendo valores como el respeto, la empatía y el amor familiar, subrayando que “solo cuando la sociedad reconozca que vivimos como hermanos, con un solo Padre Creador, podrá abrirse camino la convivencia pacífica y el respeto a la vida, especialmente la de quienes más vulnerables se hallan: mujeres, niños y personas de la tercera edad”.