Monseñor José Francisco González González, arzobispo de Tuxtla Gutiérrez, urgió a la sociedad civil y al Gobierno del Estado a reforzar su colaboración ante la realidad crítica que enfrentan migrantes en la capital, haciendo hincapié en el reciente desalojo de un campamento ubicado bajo un puente en el libramiento Norte de la ciudad, donde decenas de familias vivían en condiciones precarias.
El pasado 19 de junio, durante un operativo interinstitucional del Instituto Nacional de Migración (INM), Seguridad Pública, Protección Civil (PC) y Fiscalía (FGE), se realizó el desalojo de 42 migrantes, mismos que llevaban meses de campamento debajo de un puente en una zona de alto tránsito vehicular.
Según reportes, más de 100 personas vivían allí en condiciones precarias, con niñas, niños y adolescentes expuestos, y conexiones improvisadas para cocinar y cargar energía.
Ante esto, monseñor González González expresó su profunda preocupación por la situación que viven hoy los extranjeros en condición de movilidad en la ciudad.
“Los migrantes viven un desbordamiento de la necesidad sobre las capacidades”, señaló.
Además, explicó que las ayudas, principalmente donaciones de personas mayores con pocos recursos, ya no son suficientes.
“La mayoría de la gente que participa en nuestra iglesia es gente mayor y no gente muy pudiente, la gente pobre apoya con lo que puede: su kilito de arroz, su kilito de azúcar, frijol, aceite, papel del baño, pañales”, mencionó.
Asimismo, subrayó que antes, las instituciones, tanto albergues como la parroquia, recibían apoyo gubernamental directo; ahora carecen de recursos, incluso para pagar servicios básicos o brindar un “poquito de gratificación” al personal que atiende a tiempo completo.
“Pero gracias a Dios, mientras se pueda hacer algo, lo vamos a seguir haciendo”, añadió.
El arzobispo resaltó la difícil situación del Banco de Alimentos, que enfrenta un aumento en el hambre en Chiapas, y ya no tener tanto recurso para atender esta demanda creciente una realidad que, insistió, refleja el colapso de las capacidades solidarias frente al tamaño del problema.
Urgen alianzas
Criticó la ausencia de un modelo subsidiario eficaz por parte del gobierno, que, dijo, debe facilitar a las asociaciones civiles y religiosas la posibilidad de apoyar directamente a quienes más lo requieren.
Trajo a colación ejemplos en que el Estado permite que organizaciones privadas participen en la educación.
“Si no tenemos una educación de altura vamos a ser un pueblo deprimido, hambriento e inculto y no vamos a poder competir”, enfatizó.
Finalmente, hizo un llamado a la población a sumar esfuerzos.
“El gobierno quiere tener prácticamente la asistencia social, pero está desbordado. Debería ser más subsidiario, dando ciertas concesiones y apoyos directos”, concluyó.