Piden frenar tiradero de residuos tóxicos en ANP

Los habitantes del fraccionamiento Vida Mejor denunciaron las consecuencias en su salud y el daño ecológico provocado por restos tóxicos que se arrojan desde hace cinco años en la reserva del Parque Nacional Cañón del Sumidero.

Las familias exigieron a las autoridades hacer algo para frenar el problema que presuntamente provocan los trabajadores del Sistema Municipal de Agua Potable y Alcantarillado (Smapa).

Los empleados —que portan el uniforme de Smapa— esparcen una sustancia que obtienen de las plantas de tratamiento de aguas residuales (PTAR) de la ciudad, y que al quemarse, la contaminación del aire llega a sus viviendas que se ubican a unos metros de distancia.

Por ello, al menos 10 mil personas resultan afectadas de forma directa con el humo que no solo se percibe en Vida Mejor, sino en colonias como Arroyo Blanco, Independencia 2000, 27 de Febrero, entre otras de la zona norte-oriente de Tuxtla Gutiérrez.

Francisco Aguilar Pacheco lamentó el poco interés de las autoridades por resolver esta problemática, advirtiendo que “ese humo tóxico de día y de noche no se apaga, y si escarbas en donde se ve como quemado, sale ese humito”.

Ante la falta de atención a las solicitudes que han realizado a las autoridades correspondientes, dijo que analizan la posibilidad de hacer otro tipo de acciones para que esta problemática llegue a manos de instancias federales o hasta con el presidente del país, Andrés Manuel López Obrador.

Resistencia

Los vecinos se unieron y desde diciembre de 2022 han impedido que los trabajadores se acerquen al área para tirar los residuos tóxicos, y a pesar de estas acciones se han percatado de que el humo aún emerge de la zona contaminada del Área Natural Protegida (ANP).

“Hablamos también de una afectación en un perímetro como de 200 hectáreas”, agregó Aguilar Pacheco al tiempo de exponer que la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) avaló que el Sistema de Agua Potable y Alcantarillado arrojara los residuos porque, en un principio, advirtió que se trataba de una especie de abono orgánico que no afectaba a la salud de la población, “pero nos mintieron”.

Incluso cuando los habitantes cuestionaban a los empleados del Smapa sobre la naturaleza de los residuos, estos argumentaron que las sustancian no eran tóxicas, pero tiempo después algunas personas presentaron comezón en la piel, entre otros padecimientos en conjunto.