Hace tres años Talía sufrió un grave accidente que la llevó a descubrir el arte de las piñatas, lo cual, además de salvarle la vida, se convirtió en un divertido y terapéutico negocio familiar.
Antes del accidente, del que aún se recupera fisicamente, Talía de la Rocha Delgado, mercadóloga de profesión, trabajó como recepcionista en el CRIT del Teletón de Tuxtla Gutiérrez, donde participó en un juego de fútbol.
Ese día Talía se cayó, debido un movimiento inadvertido metió el pie y resultó con una aparatosa fractura expuesta, “se me destrozó el hueso, se me hizo pedacitos totalmente todo lo que es tibia y peroné”.
Fue intervenida quirúrgicamente por primera vez, pero su recuperación se prolongó. Después hubo otra cirugía y luego el mundo entero se confinó por la pandemia de covid-19, mientras que Talía entró en una enorme depresión por el sedentarismo forzado.
La crisis en el sistema de salud no le permitió acceder a la atención médica adecuada; las cirugías que le hacían falta se suspendieron. No podía caminar ni levantarse de la cama, afirma que estaba “totalmente mal, mi hueso estaba tardando mucho en pegar; no estaba reaccionando de la manera que debía”.
“Me gusta andar brincoteando y andar corriendo. Para mí eso de jugar fútbol y básquetbol era una manera de sacar toda esa energía que siento que traigo. Me encantaba, ahora no lo puedo hacer, pero cuando pueda lo haré aunque sea con muletas”, confía.
Pasó ocho meses complicados, con dolores y llorando, “entonces dije: pues me tengo que levantar, no puedo esperar a recuperarme, tengo que seguir así como sea”, y eso la llevó a pensar en una actividad.
“Momento de luz”
Es como Talía define aquel 9 de septiembre de 2019, día en que decidió tomar las muletas y levantarse para iniciar con el proyecto que semanas después le cambiaría la vida.
Durante su paso por Teletón, Talía aprendió a crear piñatas. Actividad que hacía junto con sus compañeras de trabajo para recaudar fondos, “fue para hacer un taller y ya, pero me gustó”, además pensó que podría ser terapéutico.
Siempre le gustó hacer creaciones manuales, pero buscó más información en videos tutoriales, ingresó a grupos e hizo preguntas; todo de manera virtual. El proceso dio inicio con dibujos a escala, luego consiguió el papel, el cartón, hizo el engrudo, creó su página de Facebook y así comenzó.
Para el nombre de su negocio pensó en una sola palabra, algo fácil de recordar, pero a la vez divertida y llamativa para las personas de todas las edades: “Piñatukis”.
Fue entonces que avisó a sus excompañeras del trabajo sobre su nueva actividad; una de ellas hizo el primer encargo de dos piñatas 3D para una fiesta infantil. “No quedaron tan mal y me recomendó”, aunque sus pedidos eran esporádicos.
En diciembre de 2021, el negocio dio un giro importante pues recibió más de 60 pedidos y para lograr esas entregas, con ayuda de su papá, Manuel de la Rocha Peña y su mamá, Dolores Delgado Sánchez, implementaron un pequeño taller y desde entonces trabajan en familia.
Don Manuel hace las estructuras, doña Dolores el engrudo y ayuda a forrar la base, para que después Talía realice la decoración. Pero cuando los pedidos son de piñatas 3D, ella se encarga de todo el proceso.
“Se ha vuelto un pequeño negocio familiar con el que nos ayudamos, mis papás me ayudan y se mantienen entretenidos junto conmigo. Ha sido como una especie de terapia familiar”.
Artesana
Recuerda que desde pequeña fue inquieta, y de ahí su gusto por los deportes. Ella y su hermana gemela son las menores de cuatro hermanas, pero es la única que se dedica a las artes. En la actualidad tiene 36 años y un hijo de 10 que, como muchos niños y niñas, es experto en caricaturas y eso ayuda a su mamá a cuidar los detalles en la creación de personajes infantiles.
Aunque no todo sale siempre a la perfección, situación que ha puesto a prueba la paciencia Talía, “desde un pedazo de cartón, tienes que hacer un tráiler o una máquina o una persona; piensas cómo voy a moldear el cartón o cómo tengo que pegar el papel para que tome la forma”.
Además de paciencia, Talía reconoció el ingenio, la creatividad, la destreza y el amor como parte del trabajo que conlleva ser artesana de piñatas. Con un poco de humor, dice que además de hacer uso de su profesión, se convirtió en matemática, estilista y maquillista.
Su negocio tiene la peculiaridad de realizar todo tipo de figuras, sin priorizar las piñatas tradicionales. Personajes como Juan Gabriel, “el Buki”, de cualquier videojuego, incluso Cristiano Ronaldo con el uniforme del mundial; además de dinosaurios de más de un metro, bolsas de frituras gigantes y vehículos a tamaño real, han sido reproducidos en piñatas dentro de este taller.
Antes de cada proyecto, Talía investiga al personaje o al objeto para que pueda cuidar todos los detalles, y señala que en todo el proceso puede llegar a tardar más de 10 horas. Comparte que para abonar un granito al cuidado del medio ambiente, todo el cartón y las hojas que utilizan son recicladas. Además, “por considerar que son más seguras para los niños, me piden siempre piñatas de cartón”.
Talía espera que su mismo trabajo siga recomendándola para que en un futuro pueda llevar a la realidad el propósito de tener un espacio más grande y así seguir vendiendo sus peculiares creaciones con entrega inmediata.
Aparte de apoyarse económicamente como familia, parte del ingreso es para que Talía pueda seguir con el tratamiento médico que recibe del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en la Ciudad de México.
Después del confinamiento obligatorio, entre el 2021 y este año le realizaron tres cirugías más. Tras la quinta, las y los médicos —aunque con reservas— le dijeron que en tres meses podrían ver mejoras en su pie.
“Voy a hacer una persona funcional, quizá pueda dejar las muletas y cambiarlas por un bastón. Además de recibir rehabilitación, pero sí me va a llevar un tiempecito. Las piñatas me ayudaron muchísimo a salir adelante. Me gusta, me gusta mucho, me emociona”.