Alejandro Guzmán Ruiz, facilitador de estrategias de prevención de la violencia, mencionó que hay conductas normalizadas que hacen apología del acoso y abuso sexual, como los piropos, que son frases en doble sentido con connotaciones sexuales. Los hombres disfrazan palabras que hacen referencia al cuerpo de la mujer -para no hacerlo de forma directa-, e incluso exigen que la víctima se sienta halagada.
Desafortunadamente, la comedia que se hacía anteriormente en la televisión tenía mucho contenido en doble sentido, lo que contribuyó a que se normalizara este comportamiento entre la sociedad, incluso hay concursos de piropos y frases en doble sentido, con la intención de seguir manteniéndolo.
Por este y otros factores, muchos hombres piensan que los halagos tienen que hacer referencia al cuerpo de la mujer, un aspecto muy normalizado por diversos medios, pero esto representa una agresión que denigra a la persona porque se le cosifica.
Puntualizó que este tipo de conductas se construyen desde la infancia o adolescencia. Existe un estudio realizado en varios países, entre ellos México, en relación a la construcción de la masculinidad, definiendo tres pilares fundamentales que forman desde pequeños para ser potenciales violentadores sexuales: hipersexualización, violencia sexual y abuso sexual.
Uno de ellos es la hipersexualización, la cual significa que a los niños se les inculcan ideas o comportamientos sexuales de adultos, como el tener novio o novia, darse un beso, bailar de cierta forma sugestiva, también el decir palabras que cosifican a la mujer frente a un infante.
Explicó que la violencia sexual se entiende como todo comportamiento que se manifieste a través de una palabra, un acto u omisión, que tenga la intensión de dañar y denigrar el cuerpo de otra persona en el espacio privado o en lo público.
Este tipo de violencia no engloba únicamente la violación (que se trata de la penetración por la fuerza) a base de engaños, amenazas o bajo los influjos de una sustancia. La mayoría de las víctimas de este tipo de agresión son las mujeres, según las estadísticas oficiales.
También se considera el abuso sexual, el cual no tiene nada que ver con la penetración, pero que hace referencia a tocamientos indeseados, masturbaciones feridas a través de chantajes emocionales y la exhibición de material íntimo. Los hombres también son los mayores ejecutores, por ejemplo, en el ámbito laboral.
Guzmán Ruiz apuntó que incluso en algunas familias mexicanas se fomenta el inicio de la vida sexual desde muy jóvenes, sobre todo en el caso de los varones, como una forma de “volverse hombres” o “reafirmar su masculinidad”, lo que sumado a factores externos ha provocado que la edad de inicio de la actividad sexual disminuya cada vez más.