El 31.5 % de la población indígena presenta carencia de acceso a la alimentación, esto representa a 2.2 millones de hablantes de lengua indígena. Lo anterior, lo coloca como el grupo con mayor nivel de precariedad alimentaria severa y moderada.

De acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación (Coneval), Chiapas (49.9 %) es el estado con mayor porcentaje de personas con ingresos por debajo de la línea de pobreza extrema.

En el Departamento Sociedad y Cultura del Colegio de la Frontera Sur (Ecosur) se realizó la investigación “Miradas sobre la vulnerabilidad en el sureste de México: megadiversidad y prácticas alternativas para el bienestar”.

En esta investigación se observó que en las zonas rurales se ha consolidado de manera gradual y rápida la cultura global de comercialización de alimentos industrializados, la cual está modificando las prácticas y costumbres socioculturales de la población que, hasta hace pocas décadas, basaba su alimentación en la producción de autoconsumo.

Derivado de lo anterior, las investigadoras Guadalupe Álvarez Gordillo (Ecosur) y Raimunda Santana destacan que esto es causa de enfermedad y muerte de comunidades rurales de los municipios de Las Margaritas y Comitán.

Donde se reportan altos índices de diabetes, enfermedades cardiovasculares y cáncer, males físicos que convergen con problemas como la desnutrición y la obesidad, enfermedades infecciosas como la tuberculosis e infecciones respiratorias agudas, además de padecimientos gastrointestinales y brotes de dengue, entre otras.

“Encontramos que existe un alto consumo de alimentos industrializados y que los sistemas de producción de alimentos locales, centrados hasta ahora en el maíz y el frijol, han sido afectados por el deterioro del suelo, la contaminación del agua y la sequía”, comparten.

Además de que las políticas y estrategias de prevención y control de daños a la salud, relacionadas con la alimentación, no han tenido un impacto favorable debido a que están fuera de contexto y no están planteadas para situaciones de condiciones de marginación y pobreza, especialmente para las mujeres.

“Ante esta situación, se requiere que las políticas de atención a la salud tomen en cuenta las condiciones socioculturales de las personas a las que se dirigen. Por ejemplo, la adopción y transformación de la cultura alimentaria no siempre es una elección libre”.