Prácticas agrícolas han afectado los suelos

La región de Ocosingo juega un papel importante para el estado de Chiapas por su vegetación. En términos de agricultura, el maíz y la milpa son fundamentales para su alimentación, sin embargo, prevalece la práctica de la roza, tumba y quema con notables efectos, como la degradación de los suelos y la contaminación ambiental.

Terrenos en laderas

Investigadores de la plataforma de investigación Ocosingo —ubicada en la comunidad de San Miguel El Grande— del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (Cimmyt), señalan que un reto adicional para la agricultura en la zona es que el 90 % de los terrenos se ubican en laderas con pendientes mayores a 20 grados.

Por cada 100 metros que se avanza horizontalmente se suben 20 metros, ocasionando erosión por las fuertes lluvias y dejando suelos con baja fertilidad que resultan en bajos rendimientos que, en muchas ocasiones, no cubren las necesidades de alimento para las familias productoras.

Milpa biodiversificada

Para incrementar la sustentabilidad y contribuir a la seguridad alimentaria, en la plataforma de investigación buscan alternativas para fortalecer el sistema milpa. Así, en 2022, y luego de cuatro años de intervención, se evaluó la respuesta de diversos sistemas de producción a través de agricultura de conservación y otras prácticas sustentables.

“La plataforma se diseñó con el enfoque de la milpa biodiversificada —con asociaciones de maíz y leguminosas como dolichos y chícharo gandul de ciclo corto y ciclo largo— bajo el esquema de agricultura de conservación y milpa intercalada con árboles frutales. El diseño experimental incluyó la siembra de monocultivo de maíz, que es la práctica convencional en la región, y que funcionó como testigo para ser contrastado con las innovaciones sustentables en donde no se quema, sino que se deja la totalidad del rastrojo”, señalan los investigadores de la plataforma.

Los ensayos evaluados indican que sí es posible mejorar la producción de alimentos con el sistema milpa, beneficiar la biodiversidad tanto superficial como la del subsuelo, generar ingresos, capturar de carbono y, sobre todo, practicar una agricultura amigable con el medio ambiente.