En la región de la Sierra Madre de Chiapas, mejor conocida por ser una ruta cafetalera, se localiza una de las mayores producciones de flores exóticas y follaje de ornato; cultivos de forma orgánica y de comercialización tanto nacional como de exportación.
De acuerdo a la división Río Cuilco de la finca Argovia, este lugar destina 150 hectáreas para la producción de cerca de 140 variedades de flores y follaje, formando parte de un grupo de cuatro propiedades: Argovia como centro de operación, Santa Rita, Violeta y Eduviges.
Éstas en total representan cerca de 600 hectáreas, teniendo como las especies más vendidas a las hawaianas, palma robelina, cordelinas, palma plisada y los anturios.
Señala que la materia prima para la elaboración de arreglos florales en las mejores casas florales del país sale de este lugar, preferido por manejar una producción orgánica, ya que tienen un uso muy limitado de químicos, prefiriendo la utilización de su propia lombricomposta.
Así como también sustentable, ya que se busca un equilibrio de la naturaleza; “la idea es trabajar junto con ella con la seguridad de que ésta sabrá cómo conservar la riqueza natural, mantener el funcionamiento de los ecosistemas, hasta recuperar un poco la biodiversidad”.
Lo anterior porque en el pasado toda esa zona se deforestó para la siembra del café, pero en los últimos 25 años han ido cambiando las técnicas de cultivo, dejando recobrar la montaña.
Si bien las semillas originarias se reciben de otras partes del país o del extranjero, la polinización de los animales ha ocasionado que de aquí mismo salgan nuevas variedades que están en proceso de maduración.
La característica de estas flores exóticas es que su parte más llamativa, muchas veces confundida como la flor, es una hoja bráctea que protege a la diminuta flor y ayuda a la planta a su reproducción por polinización, hecho que hace que este tipo de flores se conserve en óptimas condiciones hasta por 20 días, lo cual es ideal para su distribución a diversas partes del país y del extranjero.
Existen cerca de 40 especies distintas de heliconias, contando con ocho variedades que son nativas del lugar. Otras flores también cultivadas en este sitio, son la wagneriana, rostrata, antorcha, bastón imperial, maraca, así como los anturios, que son los únicos que cuentan con un área específica destinada a su producción.
Otro producto que abunda en este lugar es el achiote, que además de ser un condimento alimenticio, se utiliza también en la elaboración de pigmentos utilizados en el área cosmética, cerámica, de telas, entre otras.
Existen otras especies que se producen sin fines de venta, tales como la palma roja, que al encontrarse en extinción se promueve con fines de conservación ambiental, así como la vainilla, cuya finalidad es contrarrestar el desgaste de los suelos en los que se cultivan las diversas especies.
El cultivo que aquí se realiza no es en campos abiertos donde las flores se encuentran alineadas, sino que se distribuyen dando sombra o recibiéndola, de otras especies de flora silvestre.
Es con esa práctica con la que se pretende la recuperación del medio ambiente, siendo la palma robelina la más vendida como follaje ornamental y que abarca cerca del 20 por ciento del cultivo total del sitio.
Para la producción de flores se emplean de manera habitual a cerca de 120 personas, cifra que aumenta en los periodos de cosecha; mientras que la practicidad ha hecho que la propiedad se convierta en su centro de población.
El área destinada a las viviendas se ha convertido en una especie de minipueblito, en donde existe servicio médico, jardín de niños, primaria, patio cívico y museo.
El recorrido de esta zona comienza a poco más de una hora de Tapachula y tan sólo a 15 minutos del poblado El Edén, enclavado en la conocida Ruta del Café, lugar donde se ubican diversas fincas.