Se mantiene la incertidumbre entre los productores de plátano de los ejidos de la zona baja de Suchiate. Exigen a las autoridades federales, particularmente a la Comisión Nacional del Agua, a realizar la protección emergente porque el río Suchiate sigue erosionando el suelo y año con año una parte de las tierras ha ido quedando del lado guatemalteco, las cuales son aprovechadas por los centroamericanos con diversos cultivos.
Aunque no hay una cifra exacta del terreno que se han apropiado los guatemaltecos, se señala con insistencia que son entre 800 y mil hectáreas las que se han perdido en los últimos años, lo cual sigue siendo de gran preocupación para los productores de banano y del plátano de los ejidos de Suchiate, como Ignacio López Rayón, Jesús Carranza y La Libertad.
Estos productores y habitantes de las comunidades cercanas al río Suchiate piden a la Conagua a realizar su trabajo, pues señalan que muchos políticos han tomado como bandera el tema y han hecho declaraciones, pero que al final de sus gestiones todo queda en discurso, ya que el riesgo sigue siendo el de perder más terreno ante la erosión por las crecientes del afluente.
Estrategia
Miembros del Consejo Agroalimentario de Chiapas (CACH) expresaron que es urgente la construcción de espigones para estabilizar y fijar el talud del río, esto del lado mexicano, el cual abarque desde el ejido Rayón hasta Miguel Alemán, para proteger los cultivos y las comunidades.
Señalaron que en esta temporada de lluvias las inundaciones registradas provocaron estragos a más de 10 mil hectáreas de tierras productivas y poblados cercanos.
Más de 800 hectáreas de banano han pasado del lado de Guatemala, pues esas tierras ya no pueden cultivarla los mexicanos, aunque les pertenecen, ya que hay gente que aún las vigila, informaron.
Esto ha afectado a más de cinco mil familias de manera directa en las poblaciones de Benito Juárez, Los Reyes, Ignacio López Rayón, La Libertad, Jesús Carranza y Miguel Alemán, entre otras.
Señalan que los trabajos realizados con construcciones de muros y espigones no han sido suficientes para brindar la protección que los habitantes de las comunidades requieren.