Las flores relucen entre las manos y los trajes tradicionales de decenas de personas de Copoya, Venustiano Carranza y San Fernando; entre el sonido del carrizo, los cohetones y el tambor, se llevó a cabo el ritual de la elaboración de joyonaqué en el atrio de la Catedral de Tuxtla Gutiérrez, como parte de los preparativos para el Día de San Marcos.
Los joyonaqués, ramilletes que forman parte de las ofrendas tradicionales del pueblo zoque, fueron declarados como patrimonio cultural de Tuxtla Gutiérrez el año pasado.
Según el cronista municipal, Jorge Alejandro Sánchez Flores, estos elementos son “estructuras de flores y hojas dobladas, ensartadas y cosidas”.
Estas imágenes, explica, pueden remitir a “escudos” ancestrales o a elementos de la naturaleza, fusionando identidad zoque y fe católica.
“Una tradición que nos une”
María Lourdes Velázquez Cundapí, integrante de la pastoral de la cultura de la parroquia Candelaria de Copoya, explicó el proceso detrás de estos ramilletes que en su etimología zoque significa “flor cosida”:joyó (flor) y naqué (costura).
“Hoy estamos haciendo los joyonaqué en honor al señor San Marcos. Vienen grupos de San Fernando, Copoya y Carranza, cada uno con su forma de trabajar”, aseguró.
Las manos entrelazan hojas de mango, lirio palenque y bugambilias, se usan agujas e hilos de ixtle o rafia. Los ramilleteros van ensartando cada rollo de hojas, o como ellos le dicen, cigarros.
Sobre el tiempo de elaboración, señaló que para uno se “lleva entre 3 o 4 horas, dependiendo de la habilidad de la persona. Hay nuevos aprendices y otros que ya son expertos”, relató.
Flores que narran
Su elaboración, única en la región, se vincula a festividades como la de San Marcos o San Pascual Bailón y refleja un sincretismo entre la cosmovisión indígena y el catolicismo.
La espiritualidad con la que se realizan estos joyonaqués hacen que sobrepase el umbral de los simples adornos, y los convierte en símbolos cargados de significado. Con flores y hojas de colores. Los artesanos crean figuras como “la Custodia”, “el sol”, “la paloma de dos cabezas”, “el arcoíris” y “el Espíritu Santo”.
El ritual concluye hoy viernes cuando los ramilletes son colocados frente al altar de San Marcos, en un acto que trasciende lo religioso.