El incremento de impuestos a bebidas azucaradas o con endulcorantes recientemente aprobado por los legisladores federales, resulta en un buen intento para desincentivar el alto consumo de estos productos que prevalece en México y que es causante de diversos daños a la salud, pero no resuelve el problema de raíz.
Lo anterior lo manifestó la docente-investigadora de la Facultad de Ciencias de la Nutrición y Alimentos de la Universidad Autónoma de Ciencias y Artes de Chiapas (Unicach), Erika López Zúñiga. Dijo que los refrescos embotellados, principalmente el del envase rojo, se han metido en la cultura mexicana.
Indicó que un ejemplo es en los tradicionales altares que se colocan para los difuntos el 1º y 2 de noviembre, muchas personas ya colocan estos productos como ofrenda; también, en algunos municipios y pueblos originarios les adjudican propiedad curativas y digestivas (incluso es consumida por niños).
No es solo el alto contenido de azúcar de todas las bebidas embotelladas y productos ultraprocesados el problema, sino que también les añaden otros ingredientes químicos que los vuelven adictivos, lo que contribuye a que a pesar del incremento de precios las personas sigan consumiéndolos.
Aplaudió que la principal empresa refresquera en México haya decidido cambiar su publicidad, porque era una estrategia que usaba el mostrar a niños o adolescentes con familias completas tomando los refrescos. Esto sumaría a cambiar la percepción.
La población debe entender que la azúcar refinada y la que contienen los productos ultraprocesados no es necesaria para el cuerpo; mientras se lleve una dieta balanceada los alimentos naturalmente aportan el contenido necesario de hidratos de carbono (de lo que deriva la azúcar).












